En el marco de la sesión N° 449 de Pleno de la Asamblea Nacional del Ecuador, comparto a ustedes mi intervención respecto de la Ley Orgánica de Agrobiodiversidad, Semillas y Fomento de la Agricultura Sustentable:
Uno de los componentes importantes para alcanzar la verdadera soberanía alimentaria es el contar con una Ley de Agrobiodiversidad y Semillas que si bien garantice la producción permanente y suficiente de alimentos sanos y libres de transgénicos, también proteja a las semillas nativas y garantice el acceso, libre intercambio y comercialización de las mismas, tomando en cuenta que los conocimientos ancestrales de los pueblos y nacionalidades tienen vital importancia en el mantenimiento de la semilla nativa.
El trámite dado a esta ley, ha cumplido con la consulta prelegislativa, mecanismo por el cual, se cuenta con la participación de los pueblos y nacionalidades que pueden ver afectados sus derechos por medidas legislativas. Este proceso ha sido beneficioso para conocer las posiciones y requerimientos de los campesinos que trabajan la tierra, que día a día cultivan y conocen de cerca las necesidades de contar con semillas de calidad, y que conocen los mecanismos ancestrales para proteger las semillas.
Si bien estoy de acuerdo con el Consejo Consultivo de la Agrobiodiversidad y Semillas, debo mencionar también que en virtud de los principios de legalidad y seguridad jurídica previstos en la Constitución de la República del Ecuador, es necesario que al menos los lineamientos generales del proceso de selección y designación de los representantes de las organizaciones de la sociedad civil, de pueblos y nacionalidades, empresas públicas, privadas y mixtas y de los centros de investigación se mencionen en la ley, a fin de delimitar el campo de actuación de los reglamentos y evitemos sopresas posteriores que limitan la representación y la participación ciudadana. En un Estado de Derecho como el Ecuatoriano, es preciso conocer con absoluta claridad las reglas de las designaciones, de manera que se eviten las sorpresas previstas en reglamentos, y que este Consejo sea en verdad un ente de seguimiento, veeduría y evaluación de las políticas públicas relacionadas con las semillas. En este mismo sentido, esta ley debe establecer con absoluta claridad las competencias del Consejo en cuanto a las competencias de seguimiento, veeduría y evaluación de la política pública, puesto que de lo contrario, sus competencias y mecanismos de trabajo se estarían dejando en el aire, podría poner en tela de duda, la eficacia de este Consejo tan importante.
Por otra parte, un aspecto muy importante a destacar es el apoyo que debe otorgar el Estado a las mujeres y adultos mayores para el manejo de los centros de bioconocimiento de la agrobiodiversidad, debido a que nuestros adultos mayores tienen la experiencia, conocen y guardan los conocimientos ancestrales tan necesarios en la agricultura; en este mismo sentido, las mujeres campesinas y de pueblos y nacionalidades guardan en sus manos, en sus mentes y en sus corazones el manejo de las semillas y de los procesos agrícolas, pues ellas día a día cultivan la tierra y son guardianas de sabiduría ancestral, pues este manejo no implica simplemente la actividad de poner la semilla en la tierra, sino todo un componente cultural e incluso religioso con la Pachamama.
Como tercer aspecto, si bien estoy de acuerdo con el diálogo de saberes propuesto en el artículo 23 del proyecto de ley, es preciso también el empoderamiento de nuestros campesinos, y de los pueblos y nacionalidades, así como de las autoridades de los gobiernos autónomos descentralizados provinciales y de la autoridad agraria nacional, puesto que en un marco complejo de conocimiento y diálogo de saberes, una ley ayuda, pero necesita también la predisposición ciudadana y de las autoridades para hacer de este mecanismo, un verdadero aporte al cuidado de las semillas nativas y de los mecanismos ancestrales de agricultura. Por esta razón, hago un llamado a las organizaciones sociales y autoridades a valorar los saberes ancestrales y a no permitir que estos sean dejados de lado por los nuevas tecnologías, sobre todo, en el marco de la soberanía alimentaria, donde nuestros campesinos son quienes dan de comer a las ciudades.
Por otra parte, el proyecto de ley reconoce a las semillas campesinas que pueden ser las semillas nativas y las tradicionales, las primeras son patrimonio de los pueblos y nacionalidades no susceptibles de apropiación, pero si debe ser incluida en el Banco Nacional de Genoplasma con fines de uso, protección y conservación; sin embargo me preocupa que el proyecto de ley no incluya también incentivos para este tipo de semillas, como si lo incluye para las semillas certificadas. Personalmente creo que las semillas certificadas son importantes por un tema de producción y consumo, pero también la riqueza de los pueblos y nacionalidades en cuanto a las semillas nativas, debe ser fortalecida, de manera que existan personas que se dediquen a la producción, conservación y uso de este tipo de semillas y que no llegue un momento en el que solo se use semilla certificada y las semillas nativas queden en el Banco de Genoplasma. En este contexto, propuse la inclusión de un inciso final al artículo 30 que diga lo siguiente:
La Autoridad Agraria Nacional, a través de políticas públicas, creará campañas, estímulos e incentivos para que los pueblos y nacionalidades protejan, conserven, usen y reproduzcan semillas nativas. Estas políticas están orientadas a la vitalidad de las semillas nativas y a garantizar la soberanía y seguridad alimentarias.
Asambleísta por la provincia de Tungurahua, integrante de la Comisión Permanente de los Derechos Colectivos Comunitarios y la Interculturalidad..
