LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER ES UN PROBLEMA DE TODOS

Martes, 14 de noviembre del 2017 - 08:52 Imprimir

Gracias señor Presidente, un buen día para usted, para los señores asambleístas y para todos los ecuatorianos que nos acompañan esta mañana en la que espero sumemos más apoyo para motivar un verdadero cambio de mentalidad sobre el rol de la mujer en la sociedad ecuatoriana, el respeto a sus derechos y la necesidad de construir un entorno de justicia y equidad para todos, basado en la erradicación de estereotipos y una convivencia social pacífica.

Que hablen las mujeres, y no en voz baja. Que sean las voces de las víctimas que trataron de silenciar las que hoy, más que nunca, se escuchen y se tomen este pleno para decir: “Ni una menos”.

Es momento de empoderarnos, no solo porque promover la igualdad de género sea un aspecto fundamental en una sociedad respetuosa con los Derechos Humanos sino porque se lo debemos a todas aquellas que no lograron sobrevivir a la manifestación más grave de discriminación y violencia contra las mujeres: el Femicidio.

Por todas ellas es momento de actuar. Los costos de la pasividad son evidentes: en lo que va del año, 92 mujeres según el Ministerio del Interior y 112 según cifras no oficales han sido asesinadas por motivos de género. Todas muertes que se pudieron evitar, tan solo socializando el riesgo de la discriminación y la violencia en el hogar. Después de todo, más del 64% de las victimas fueron asesinadas en su casa.

Pero que nadie se confunda, este no es un problema “solo de mujeres”, es un problema de todos. Por eso, nuestro deber es luchar para que el Estado adopte las medidas necesarias para prevenir, sancionar y erradicar el femicidio. Hacerlo es proteger las vidas de madres, hijas, novias, esposas, compañeras y amigas. Es evitar que se vuelvan a repetir escenas atroces como las que presenció un niño de 8 años cuando, hace poco más de un mes en el barrio El Cisne, en el sur de Quito, asesinaron a su hermana delante de él. Esa noche, el pequeño acompañó a Shirley a una tienda del barrio a comprar una blusa. Allí, presenció la angustia de su hermana cuando el dueño del local trató de manosearla; ella desesperada huyó de un tipo que pesaba por lo menos 3 veces más. Shirley escapó del local llevándolo a jalones. ¿Pueden imaginar la desesperación de una niña de 14 años que huye de un agresor llevando a rastras a su hermanito?, ¿La desesperación de correr, gritando por su vida y no recibir ayuda?, ¿la impotencia del pequeño cuando a solo 40 metros de la tienda, el femicida los alcanzó y apuñaló a Shirley más de 15 veces? Imaginar el dolor de aquel niño que corrió a su casa gritando por ayuda mientras su hermana cayó sin vida en medio de la calle. Estoy segura, pese a la gran indignación que podamos sentir, que no podemos siquiera acercarnos al dolor de la familia de esa niña asesinada por el solo hecho de ser mujer. La muerte de Shirley no solo expone lo peligroso de la mente de un femicida sino que nos evidencia cómo en una sociedad agredir a una mujer se ha vuelto un mecanismo de control sobre ella. Cuando el asesino fue detenido, declaró que la mató –símplemente- para que no denuncie lo que había pasado en el local. En otras palabras, la asesinó para callarla. No temo enfrentarme a los que buscan impunidad, a los que desconocen la violencia contra nosotras o a los que repiten que las agresiones contra una mujer es un tema privado, más complejo es enfrentar a quienes no les importa.

Aprovecho la ocasión para solidarizarme con las familias de todas las víctimas de Femicidio pero, sobre todo, extender mi apoyo y compromiso a las miles de mujeres que, en este momento, pueden encontrarse en un estado de indefensión en el que corre peligro sus vidas. A ellas decirles que no están solas, no esperen, ni acepten ningún tipo de violencia, levanten su voz, busquen apoyo. Insisto, no están solas, somos más de 8 millones 300 mil mujeres en Ecuador y todas vamos a unirnos contra este tipo de violencia.

El proyecto de Ley Para PREVENIR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER, en el cual miles de mujeres estamos poniendo nuestras esperezas, es un cuerpo legal URGENTE que compromete al Gobierno a pasar a la acción, a simplificar, acelerar y adecuar la justicia para que impida la impunidad, deseche esa mirada que estigmatiza a las mujeres en lugar de protegerlas de la violencia y también reeduque a los agresores. Esta LEY enfatiza en la PREVENCIÓN pues, aunque metamos en la cárcel a todos los agresores, si no cambiamos las causas estructurales, las actitudes y percepciones que originan la violencia contra las mujeres, nunca vamos a terminar con ella y tampoco habrá cárcel que alcance. Es necesario que todos nos volvamos sujetos activos y motivemos un profundo cambio en nuestros hogares, escuelas y colectivos ciudadanos.

ANALICEMOS EL TEMA CON RESPONSABILIDAD, denunciemos todo tipo de violencia contra la mujer, empoderemos a nuestras hijas, madres y hermanas en sus derechos, pues recuerden que para erradicar esas muestras de discriminación tan arraigadas en nuestra sociedad hasta el punto que muchos se atreven a descalificar esta lucha acusándola de innecesaria, PRIMERO HAY QUE PERDER EL MIEDO.

Y con esa valentía que nos caracteriza a las ecuatorianas, debemos tomar la posta. Seguir el ejemplo de mujeres valientes como María Luisa Gómez Torres, Rosa Vivar, Zoila Ugarte, Aurora Estrada, Tránsito Amaguaña  y muchas más que, en diferentes épocas, lucharon por todas nosotras.

Finalmente, quiero invitarlos a sumarse a favor de este proyecto de ley que ENFRENTA todas las expresiones de violencia Y que ENTREGA HERRAMIENTAS concretas (para hombres y mujeres) para desarticular los discursos retrógrados que pretenden mantenernos en la inacción. No lo vamos a permitir. POR NUESTRAS HIJAS, POR NOSOTRAS Y POR TODAS LAS QUE VENDRAN: Ni una menos.

Marcela Holguín
Asambleísta por Pichincha Revolución Ciudadana

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