¡NI UNA MENOS!

Domingo, 26 de noviembre del 2017 - 08:34 Imprimir

Todos estarán de acuerdo que la impunidad con la que han actuado los agresores contra la mujer no solo agravó los efectos de la violencia contra nosotras sino que perpetuó estas agresiones en diferentes ámbitos, y quiero recalcar en aquello, porque parece que muchos aún creen que la violencia contra la mujer empieza y termina en el femicidio. Se equivocan. La violencia se ha enquistado en nuestra cotidianidad fundando una sociedad que no reacciona y que por lo contrario celebra el abuso. De qué otra forma se puede entender que un medio de comunicación público utilice la fotografía robada de una mujer que enseña sus senos en un baño para promocionar su marca? o que ante la denuncia de una agresión contra una de nosotras se instale la responsabilidad de lo sucedido en nuestro atuendo o en nuestra forma de ser? O que, aún creamos que la violencia es un tema privado en el que no vale la pena entrometerse y que, incluso, muchas veces se justifica porque seguramente “ella se lo buscó”.

Vivimos en una sociedad violenta contra las mujeres, cuyo principal triunfo es presentar a las propias víctimas como responsables de la violencia. Así lo demuestra una investigación realizada por Amnistía Internacional (ICM Research, 2005) que evidencia como la sociedad piensa que la mujer es responsable de una agresión sexual por coquetear (en un 33% de los casos), por vestir sexy (26%), o por haber tomado alcohol (30%). Esto mientras nada dicen sobre la responsabilidad de los agresores. Pero, ecuatorianos, hay que ser claros en esto: la provocación no está en la conducta de las mujeres, sino en la mente de los agresores y en cada uno de nosotros que le damos sentido a esos abusos. Estoy segura, compañeros asambleístas, que todos hemos sido irresponsables por demasiado tiempo y debo decirlo con vergüenza, las mujeres hemos tolerado de forma expresa o tácita, la impunidad de tanta violencia. Quizá porque en nuestras casas, escuelas o colegios nos enseñaron que parte de ser “mujercitas” era perder nuestra identidad para transformarnos en una pertenencia o que lo normal es que las mujeres NO hicieran públicos los problemas “de pareja” a pesar de que esos “problemas” significaran golpes, intimidación, insultos o control.

¡Pero Basta! HOY, con este Proyecto de Ley Orgánica Integral, las mujeres tomamos las riendas de la sociedad y demostramos que estamos dispuestas a luchar –todas juntas, más juntas que nunca- por respeto e igualdad para defender nuestras vidas. Con esta Ley, que estoy consciente no resuelve todos los problemas a los que nos enfrentamos las mujeres día a día, les recordamos a todos… que no somos esas “muñecas” vulnerables que tienen “dueño”. Que por lo contrario somos importantes agentes de cambio para la construcción de un mejor país. Somos mujeres, que estamos dispuestas a exigir a todos que nos responsabilicemos de este problema y no nos lavemos las manos buscando chivos expiatorios que nos libren de reconocer que hemos sido, sin importar sexo o edad, partícipes de actos violentos que van desde el acoso en espacios públicos hasta la aceptación de violencia en el ámbito laboral.

Compañeros, sabemos que esta ley es un instrumento relevante para promover un cambio social y cultural pues para que una sociedad incorpore el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia es urgente, al menos en nuestro caso, visibilizar la multiplicidad de violencias y ámbitos en que éstas ocurren. Vuelvo a insistir, la violencia contra las mujeres no se reduce al femicidio. Compañeros Asambleístas, si hoy no contamos con su apoyo, seguiremos construyendo un país en el que se alienta nuevas muertes y abusos permanentes en escuelas, trabajos o lugares públicos y privados, pues transmitiremos el mensaje de que violentar a la mujer sigue siendo “normal”. La consecuencia la veremos en el incremento de las estadísticas de femicidios, que vale señalar, según datos del Ministerio del Interior -hasta el 5 de noviembre- ya sumaban 92 víctimas mortales.

Ecuatorianas, ya no basta con decir nos están matando, es momento de decir NO LO SEGUIRÁN HACIENDO y en ese sentido esta ley incorpora un sistema articulado, que contiene a 16 entes rectores del Estado, para que respalde nuestra lucha y así de forma articulada sociedad civil y autoridades, en el menor tiempo posible, erradiquemos la violencia contra las mujeres. Sin embargo, no podemos pecar de ingenuidad, para que esto suceda aún tenemos mucho que hacer. ¡Nuestra lucha, la lucha por una sociedad que se caracterice por una verdadera igualdad, no termina con esta ley! Recién empieza. Así que vamos todas a empoderarnos de ella. Estoy segura serán ustedes, mujeres, quienes nos entregarán más y más aportes que, sin lugar a dudas, deben ser considerados para enriquecer esta ley pues esa es la única forma de asegurarnos que todas estemos amparadas. A propósito de ello, me gustaría señalar que esta ley hace un voto de confianza a los Gobierno Autónomos Descentralizados pues son ellos los que deben fortalecer las Juntas Cantonales de Protección de Derechos, de no hacerlo todo el sistema de protección podría no cumplir su objetivo. Por ello, creo que es necesario ya pensar en estrategias que faciliten que los GADs otorguen una mayor asignación presupuestaria a estas juntas para que cuenten con todo el personal necesario para cumplir su labor o que podamos construir las condiciones necesarias para contar con un juez competente en cada Unidad de Policía Comunitaria que pueda dar auxilio inmediato a mujeres en situación de vulnerabilidad.

Compañeras, no podemos creer que este es el fin de la lucha. Una vez aprobada esta Ley, debemos concentrar nuestros esfuerzos en fortalecer los sistemas de justicia y eliminar los mecanismos de impunidad; en capacitar a nuestros jueces y fiscales para eliminar los estereotipos y los prejuicios hacia la mujer y fomentar la crítica a contenidos sexistas y discriminatorios en nuestros medios de comunicación; en mejorar los servicios de apoyo a las supervivientes y a sus familias y desarrollar socializaciones para visibilizar todos los ámbitos de violencia, pero sobre todo, enseñar a nuestras niñas que nunca más el miedo puede inmovilizarnos. ¡Debemos denunciar! El silencio jamás.

En ese sentido, Mujeres es momento de unirnos, las luchas separadas, los estereotipos sobre nosotras y la falta de espacios de diálogo para compartir nuestras experiencias sin ser juzgadas ayudan a perpetuar la impunidad, la mentira, la injusticia, la explotación, la violencia contra nosotras. Por eso, les pido que con su apoyo llenemos de razones, testimonios y nombres a esta LEY para que cambien nuestras prácticas y retumbe nuestra voz en el Estado, en las calles y hasta en el último rincón de la casa.

Finalmente, quiero tomarme unos breves instantes para recalcar que en esta Ley hemos puesto mayor énfasis sobre las niñas. Llegando incluso a establecer acciones concretas en el sistema educativo. Ahora los docentes de nuestros hijos además de aprobar una evaluación psicológica no podrán tener antecedentes de delitos sexuales. Sin duda, un importante avance. Pero atentos, es importante recordar que la seguridad de los más pequeños empieza en nuestro hogar. Nuestro deber es enseñarles a denunciar y - sobre todo - a no repetir acciones violentas. Si lo hacemos bien evitaremos no solo la culminación de una serie de actos violentos sino que desmantelaremos uno de los problemas más comunes en el país, sobre el cual no hemos discutido lo suficiente: el acoso en el espacio público.

Solo una cosa más… No intenten dividirnos, estamos más unidas que nunca. Esta Ley, que estoy segura contará con su absoluto respaldo, no es gratuita, ni es una concesión. Es el resultado de una lucha de mujeres valientes que inicialmente fueron un puñado y ahora somos millones.  ¡Ni una menos!

Marcela Holguín
Asambleísta por Pichincha Revolución Ciudadana

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