"Solo un país que sueña puede encontrar su camino" Fernando Cordero

Lunes, 10 de agosto del 2009 - 16:41 Imprimir Elaborado por: Sala de prensa

“Hoy, cuando recordamos los 200 años de la gesta independentista en nuestra América, comprendemos con madurez que el pasado es ese cúmulo de experiencias que nos han traído hasta donde estamos, que el futuro es el lugar donde ubicamos nuestros sueños y que el presente es el momento en que se nos ha dado el privilegio y la responsabilidad de hacerlos realidad”, precisó el titular de la Asamblea Nacional, Fernando Cordero Cueva, en la ceremonia de posesión del mando del presidente y vicepresidente de la República, Rafael Correa y Lenín Moreno, respectivamente.

Señaló que la gesta de 1809 le puso una fecha al sueño libertario, sueño que seguimos cuidando y persiguiendo. Hoy, 200 años después, nos enorgullece, pero sobre todo nos compromete y, por ello, no podemos bajo ningún pretexto dejarnos arrebatar su esencia.

“Mi país es como un niño que sueña y no deja de soñar y de ser niño. No deja de ser niño porque sigue aprendiendo, educándose, creciendo. Y no deja de soñar con ser un país distinto, cada día mejor, cada día más justo, cada día más equitativo, cada día más ciudadano, pues el futuro ha dejado de ser ese abstracto lugar en el que algún día encontraremos realizados nuestros sueños y se ha convertido en un proceso tangible de mejoramiento progresivo y permanente de las condiciones de vida de nuestra gente, especialmente de los más pobres”, añadió.

Enfatizó que ese futuro, hacia el que nos dirigimos, no solo nos ha devuelto la esperanza, sino que nos ha mostrado el camino por donde debemos ir. También hemos aprendido que ese camino es hoy apenas una trocha en construcción, llena de dificultades y obstáculos, con abismos y precipicios que los hemos podido superar con los puentes que vamos construyendo las ciudadanas y los ciudadanos, en ejemplares y enormes mingas como las del 26 de noviembre de 2006, 15 de abril y 30 de septiembre de 2007, 28 de septiembre de 2008 y, la última, del 26 de abril de 2009.

“Estamos avanzando y caminando y solo un país que sueña puede encontrar su camino o hacer camino al andar y convertirse en un nuevo país. Por ello, señor Presidente, amigo y compañero, Rafael Correa, usted fue declarado hace 989 días conductor de la gran minga nacional por el cambio y constructor principal, “maestro mayor”, de ese nuevo país de nuestros sueños y hace 107 días confirmado en estos encargos, junto con el Vicepresidente, amigo y compañero Lenin Moreno, mediante un mandato ciudadano inédito y ratificatorio de la inclaudicable voluntad popular de construir juntos una revolución ciudadana y una ciudadanía revolucionaria”, subrayó.

Por todo esto, dijo, ya estamos viviendo día a día esa transformación tantas veces postergada, tantas veces temida y evitada, tantas veces agredida y desfigurada, tantas veces boicoteada. En este proceso de múltiples transformaciones, una de las más importantes fue aquella en la que debimos decidir, con libertad y democracia, si seguíamos en el viejo país de las injusticias e inequidades o empezábamos a construir caminos hacía una patria libre, justa, equitativa, solidaria y soberana; luego, la de Montecristi, donde los asambleístas constituyentes elaboramos el texto constitucional aprobado por el pueblo en las urnas, que tuvo la más amplia, incluyente y democrática participación de la ciudadanía.

El trabajo de estos intensos ocho meses permitió eliminar los sueldos dorados de unos pocos, garantizar la estabilidad de los trabajadores, recuperar la administración estatal de nuestra riqueza minera y la soberanía de nuestros recursos naturales no renovables, eliminar y prohibir la tercerización e intermediación laboral, así como regular y reorientar el uso de los recursos públicos y de las empresas del Estado en poyo de la población más pobre y vulnerable, establecer la equidad tributaria, entre otros aspectos.

Cordero Cueva señaló que en la construcción de ese nuevo país, durante el régimen de transición legislativo, se vio trabajar a la Comisión Legislativa y de Fiscalización sin descanso, sin discursos altisonantes, sin esa vieja práctica de los escándalos mediáticos que solo alimentaban los egos y “servían” para dilucidar rencillas personales o corporativas. Teníamos que aprobar cinco leyes y aprobamos treinta y dos, marcando así una enorme distancia con la pereza legislativa y los incumplimientos constitucionales a los que se habían acostumbrado los congresos de los últimos 30 años.

Esas 32 leyes fundamentales, todas con la mirada en el interés superior de la gente y del bienestar del país y, por supuesto, todas perfectibles porque nunca los ciudadanos nos sentimos ni nos sentiremos dueños de la verdad. “Leyes de la gente para la gente, leyes que el pueblo ecuatoriano necesita, leyes que el país requiere”.

 

 

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