Como Abogado de los Tribunales y Juzgados de la República es nuestro deber desterrar el hambre y la pobreza. Mientras subsista una sola injusticia en nuestra Patria, allí estaremos, con un vendaval de amor y de ternura, siempre con el oído atento a la demanda y a la voz de los humildes y desamparados. Estaremos con el corazón y la decisión para no claudicar jamás, para profundizar esta transformación y que sus conquistas sean irreversibles para el bien de ciudadanas y ciudadanos que jamás perdieron la voluntad de participar, no como testigos, sino como actores, en la más importante transformación del país desde los tiempos del Viejo Luchador.
Quiero iniciar dando gracias a Dios, a la población, a mis amigos, por haberme dado la oportunidad y el apoyo de continuar con mi gestión en la Asamblea Nacional.
A mi hijo, a mi esposa, a mi padre, mi madre, mis hermanos y familia que me respaldan en cada momento.