En la actualidad ya no es causa de sorpresa o incluso burla que las mujeres seamos estudiantes universitarias, nos graduemos, ocupemos cargos públicos o de elección popular, seamos profesionales, directivas de empresas o cualquier otra condición gozada de manera privilegiada por los hombres a través de los tiempos.
Los derechos de las personas en principio fueron reconocidos exclusivamente para los ciudadanos varones, tan solo recordemos la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa de 1789, que dejó por fuera de la declaración a las mujeres que en ese entonces, no eran reconocidas como ciudadanas.
El 10 de diciembre de cada año celebramos el día internacional de los Derechos Humanos en conmemoración a la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el año 1945, momento en el cual los países fundadores de la Organización de las Naciones Unidad, acordaron impedir que los horrores de la Segunda Guerra Mundial se sigan reproduciendo.
La declaración universal reconoce a los seres humanos como sujetos de derechos, libres e iguales en dignidad y derechos; en decir tanto mujeres como hombres sin importar su condición sexual, de género, edad, etnia, raza, cultura, clase o religión gozan de los mismos derechos...aunque su ejercicio siga siendo distinto.
No se trata de que en el marco del derecho a la igualdad las mujeres nos “igualemos” a los hombres, y tampoco basta con que las mujeres tengamos acceso igualitario a la educación, oportunidades laborales, servicios de salud o participación política; se trata de que en nuestras diferencias y desventajas históricas y actuales se nos trate como ciudadanas, libres, autónomas y dignas.
A pesar de las acciones afirmativas para lograr paridad en espacios políticos o buscar complementar las labores de reproducción y cuidado con las profesionales, las mujeres seguimos siendo maltratados o peor aún asesinadas en nuestros hogares, abandonadas en la corresponsabilidad de crianza y cuidado de las hijas e hijos; vendidas en el mercado de la trata de personas o sexualmente agredidas sea de forma física o simbólica.
Los derechos de las mujeres, de los hombres y de todos quienes han elegido una identidad sexo genérica distinta a su condición biológica son inherentes a su persona, nos imprescriptibles, inembargables y deben ser inviolables; así lo determina nuestra Constitución avalada por un sin número de instrumentos internacionales ratificados por el Ecuador.
Hoy es un día de celebración y reconocimiento de aquellos logros producto de luchas sociales históricas, planteamientos feministas e iniciativas de los gobiernos, en especial el nuestro, a favor de los derechos; pero también es un día para recordar el motivo por el que el mundo se vio obligado a plasmar por escrito cuáles son nuestros derechos y tener presente cuáles siguen siendo las deudas pendientes, para las mujeres, niñas, niños y adolescentes, personas con discapacidad o adultas mayores, de la comunidad internacional y de los gobiernos.
Hoy es un día para concienciar sobre los graves problemas que siguen aquejando al mundo, sobre las situaciones que vulneran derechos en nuestro territorio nacional y sobre todo para tener presente que desde cada de los espacios a los que pertenecemos nos podemos convertir en gestores y gestoras a favor de los derechos humanos de nuestros familiares, amigos, compañeros, hijos e hijas y empoderarnos para exigir que se los respeten.
Gina Godoy Andrade, Asambleísta por el Guayas. Distrito 1 Feminista, luchadora permanente por la igualdad de género, la niñez y la adolescencia Asambleísta desde 2009. Integrante de la Comisión de Justicia y Estructura del Estado.
