OBSERVACIONES AL PROYECTO DE LEY REFORMATORIA A LA LEY DE EXTRANJERÍA
Razones del archivo del proyecto de reforma a la ley de extranjería.
La criminalidad y el fenómeno conocido como “inseguridad ciudadana” requieren sin duda de un compromiso social que involucre a todos los actores y en el que los legisladores tienen un papel fundamental en su misión de construir normas legales que ayuden a reducir la violencia y el dolor dentro de la convivencia social.
Y por ello, por lo relevante del problema, por los derechos que compromete y por la urgente necesidad de un cambio, es que las propuestas que se entregan desde el legislativo deben plasmarse en respuestas contundentes, pero bien pensadas, que respondan eficazmente a las necesidades de la población y que además lo hagan con respeto a nuestra constitución y a los instrumentos de derechos humanos que son vinculantes ética y jurídicamente en nuestro país.
En otras palabras debemos responder al problema, pero al hacerlo, no podemos olvidar a la constitución como faro de nuestras actuaciones, y menos aún realizar propuestas basadas en el temor, el prejuicio y la causalidad mágica que hace pensar que la inmigración es la fuente directa de todos los males del país y que colocando una cerca de púas en la frontera, el delito va a desaparecer inmediatamente.
Ése no puede ser el pensamiento en un estado constitucional de derecho, y más aun no puede ser el sentir de un pueblo cuyos migrantes son ellos mismos víctimas de la marginación, y el estereotipo criminológico racista en base al cual se han cometido en contra de ellos los más terribles abusos e injusticias.
Consideramos que la propuesta de reforma a la ley de extranjería que se debate en la Asamblea no es más que una pura expresión demagógica que pretende utilizar un tema que toca la fibra emotiva de la población en su lado más sensible (la seguridad, el trabajo) para vender una falsa idea de solución y con ello dificultar el camino hacia una mejor política migratoria, y una adecuada gestión gubernamental y legislativa del delito.
Pretender encontrar en los migrantes un chivo expiatorio de la criminalidad es ocultar las causas reales subyacentes del problema y con ello dificultar el camino hacia una solución verdadera.
La ciudadanía moderna debe concebirse como un discurso de la igualdad, en la actualidad no se puede decir que se lucha por la construcción de una sociedad más justa, sin contar también con la participación de los extranjeros que en nuestro país encuentran un tierra de esperanza, la realización de la justicia es un esfuerzo global que trasciende fronteras y en dicho esfuerzo participan todos los ciudadanos libres, el haitiano en Ecuador y el Ecuatoriano en Italia por igual.
Es nuestra propia constitución la que recoge esta aspiración de ciudadanía universal en su artículo 416, numeral 6 que establece que el país “Propugna el principio de ciudadanía universal, la libre movilidad de todos los habitantes del planeta y el progresivo fin de la condición de extranjero como elemento transformador de las relaciones desiguales entre los países, especialmente Norte-Sur”.
El proyecto presentado por el Asambleísta Vélez se fundamenta en concepciones arcaicas de la ciudadanía, que niegan la existencia de un “otro” diverso (atribuyéndole cualidades temibles), y que destila un nacionalismo fundamentalista que debería ser ajeno a una sociedad cuya riqueza se encuentra precisamente en la diversidad cultural y en la pluralidad de sus orígenes.
No está demás junto con el archivo de este proyecto, recordar que la historia de la humanidad es básicamente la historia de sus movimientos migratorios, y que por ende los pasaportes no declaran el índice de peligrosidad de una persona, ni la nacionalidad (cubana, haitiana o colombiana) puede volverse un sinónimo de predisposición al delito.
Desearía cerrar con una reflexión del doctor Jorge Paladines en su ensayo “los otros y la política criminal del nosotros” cuando señala que el ecuatoriano repudia la discriminación que sufre como inmigrante extranjero ,pero sin embargo se niega a abrir sus puertas al ciudadano colombiano al que estigmatiza como peligroso; en palabras de este autor, “si queremos abolir los resquicios del racialismo en el inmigrante colombiano, comencemos entonces por colocarnos en su lugar”, creo que la receta es válida no sólo para el inmigrante colombiano, sino también para el cubano, para el haitiano, para el peruano, para todos quienes estamos separados por una frontera y unidos en nuestra humanidad.
Dra. Betty Carrillo Gallegos
VICEPRESIDENTA DE LA COMISIÓN DE LOS
TRABAJADORES Y SEGURIDAD SOCIAL
Betty Carrillo, Mujer de izquierda, enamorada de la libertad y la justicia social. Decidida a ser participe del cambio positivo en la historia del Ecuador, Actual Asambleísta por la Provincia de Tungurahua, na..
