Enmiendas: "Escribimos una nueva página para la vida del país"

Lunes, 07 de diciembre del 2015 - 06:05 Imprimir

La Constitución del 2008 representó para el país el aparecimiento de un nuevo orden constitucional, que reflejó los anhelos y esperanzas de un pueblo que jamás se sintió representado por quienes ejercían el poder. Nuestra Carta Magna fue la expresión de un gran pacto nacional que creyó en que la política y sus instituciones podrían ser la puerta abierta hacia el desarrollo, hacia el progreso, que era posible para el Ecuador imaginar un verdadero proyecto de país y unificar una nación fragmentada y  dividida. La Constitución de Montecristi, fue el primer paso para la expresión de un consenso nacional, fue la manifestación de la voluntad de un pueblo que no se resignaba a ser el espectador de una sucesión infinita de catástrofes y decidió ser el protagonista de una nueva historia.

Ese camino tuvo que abrirse paso, puesto que no hay trasformación que no implique un desprendimiento, no hay avance hacia el futuro que no suponga renunciar a un pasado en el que muchos encontraban la comodidad aun en medio de la crisis y las carencias. Tuvimos que ser firmes, tuvimos que ir aprendiendo en el camino, siempre conscientes de  que solo podíamos avanzar o perecer, porque tanto daño le irrogan al país aquellos sectores que se niegan al cambio, como aquellos que procuran revertir las estructuras sociales de la noche a la mañana, sin la voluntad transformadora que se precisa para poder llevarlos a cabo.

Una revolución es tal, siempre que siga encontrando nuevos desafíos, no podríamos decir que nuestra tarea ha concluido, pero nos llena de orgullo saber  que el tiempo que el pueblo nos concedió en el gobierno han sido horas, días y meses llenos de trabajo, de objetivos cumplidos y nuevas metas por cumplir. Nuestra revolución aún está inacabada, hemos iniciado el camino, tenemos claro el destino y sabemos que ello implica, sobre la marcha, tomar las decisiones que nos permitan continuar con el sendero de justicia que hemos trazado para nuestra nación. Todo un pueblo camina junto a nosotros, nos brinda su confianza y pese a que ningún recorrido está exento de avances y retrocesos, continúa junto a nosotros, nos brinda su respaldo y nos exige también que sigamos fieles a nuestros ideales, comprometiéndonos a mantener el mismo espíritu con que inició esta maravillosa etapa de nuestra historia, y ese compromiso implica también cambiar ciertas veces las formas, pero conservando siempre la esencia para lograr que nuestro ideal perdure y se mantenga en el tiempo.

Este proceso de enmiendas representa que seguimos alimentando de pensamiento, reflexión y autocrítica nuestro ejercicio de la política, implica que somos un régimen que se orienta sobre la base de una visión democrática plasmada en la Carta Magna, que no procedemos de forma arbitraria, que respetamos la visión constitucional que guía nuestro proceder. No debatiríamos ahora una enmienda, compañeros, si no creyéramos que la Constitución es el símbolo mismo de la voluntad democrática, si no la respetáramos y si no actuáramos conforme a lo que nos dictan sus preceptos.

Las enmiendas se realizan porque no pasamos por alto la norma suprema y si entendemos que la misma puede ser mejorada para ampliar el ejercicio de derechos, optaremos por los mecanismos previstos en la voluntad constituyente para poder efectuarlos,  porque un cambio que se sustenta en un deseo de justicia, en el afán de armonizar los principios constitucionales con el ejercicio práctico de la política y sus instituciones, solo puede ser una transformación positiva en beneficio de las y los ciudadanos.

La revolución no es un lugar de destino, es el motivo que nos inspira a recorrer un camino. Quienes actuamos con vocación democrática, sabemos que no puede haber peor cosa para una República que la uniformidad de pensamiento; un país en el que no se escucha el ruido de las voces ciudadanas a favor o en contra es un país en el que nada cambia y en que la política no cumple una misión.

El  debate en Pleno  y el ambiente que vive hoy el país, representa un ejercicio democrático que desmiente categóricamente el aludido afán “autoritarista” de este proceso  y nos alegra saber que hemos tenido un año entero para escuchar los diversos pronunciamientos ciudadanos. Quienes viven por la verdad no le tienen miedo a la mentira, hemos escuchado los más variados criterios con respecto al informe de enmiendas y ello nos da la certeza de vivir en un país en el que los temas surgen producto de una deliberación, donde podemos expresar nuestra voz. Si no tuviésemos vocación democrática, compañeros, este debate no se produciría; si existiera una voluntad “omnipotente” como muchos dicen, en la gente existiría una sola voz y no la pluralidad de criterios, opiniones y visiones que hemos escuchado en el debate público, y nos alegra contar con la presencia ciudadana en las calles, sea en respaldo o en oposición a la aprobación de las enmiendas, porque ello también es el reflejo de un país que ha dejado de lado la indiferencia y en donde cada ciudadano ejerce el sagrado derecho de manifestar su opinión en forma pacífica.

Para el trámite de enmiendas hemos escogido el propio camino previsto en la Constitución[1] y hemos, en efecto, tomado una opción de carácter político escogida entre otros mecanismos igualmente legítimos; hemos socializado, discutido y analizado en cada rincón de nuestro país el contenido de las enmiendas, hemos dialogado sobre su necesidad, sus implicaciones y sus beneficios, hemos escuchado a quienes tenían dudas y cuestionamientos e incluso hemos escuchado las críticas de quienes quieren con la fuerza de los agravios compensar su carencia de argumentos, los vituperios de una oposición tan carente de legitimidad  y consistencia interna que no unifica su propio discurso, tachándonos de populistas porque NUNCA estuvieron cerca a las bases populares a las que la Revolución Ciudadana ha dado espacio y voz; defendiendo falsamente, ahora, luego de su legado histórico de actos de flagrante violencia, discriminación y vulneración de los derechos humanos, la necesidad de un referéndum, alegando que estas enmiendas “restringen derechos”, cuando esta Revolución Ciudadana no ha hecho sino construir estructuras sociales más justas y garantizar a las ciudadanas y ciudadanos su derecho al buen vivir.

Negar la legitimidad de este proceso es subestimar el ejercicio de la democracia representativa, se critica a este parlamento por el hecho de contar con mayoría oficialista, pero esa crítica desconoce el hecho de que esa mayoría no es producto de la componenda, ni de la compra de votos o de conciencias, somos un parlamento escogido por la voluntad soberana del pueblo que nos dio su confianza porque reconoce que somos un proyecto, porque sabe que no ocupamos una curul buscando el logro personal, que elevamos nuestra voz para expresar un pensamiento que va escribiendo un mismo destino.

Somos en el país la primera Asamblea con  43% de representación parlamentaria femenina, con tres mujeres presidiendo el organismo legislativo, somos la primera Asamblea que ha concedido la voz a nuestra comunidad migrante, la primera en salir al territorio al encuentro de nuestra gente, la primera Asamblea que instauró la representación por distritos, en hacer pública su gestión, en comunicar e informar nuestra labor diaria; somos los parlamentarios obligados por ley y por conciencia a la rendición de cuentas de su gestión, los primeros sometidos al análisis riguroso de su patrimonio, y lo decimos con orgullo, que la legitimidad del accionar de esta Asamblea no solamente viene dictada por el apego irrestricto a la normativa legal, sino también por el hecho de que el pueblo nos mira y se mira en nosotros, somos la Asamblea conformada por gente que detrás de sí tiene una historia de lucha en los movimientos sociales, somos el espejo de nuestra patria mestiza, indígena, montubia y afroecuatoriana, somos el encuentro de identidades que configura nuestra nación, somos una institución que  se enorgullece porque cuando dice representar al pueblo ha confirmado en los hechos que cada voto, cada decisión, se hace con la conciencia de que cada norma aprobada va construyendo el camino hacia un mejor Ecuador.

Estas enmiendas no restringen los derechos de nadie. ¡Cuánto preocupa a la oposición la reelección! Pues les diremos, compañeros, que la Revolución Ciudadana cree en el poder de la soberanía popular y en la capacidad de discernimiento de los electores así como en la alternabilidad, que sí, es un requisito de la democracia, pero sin lugar a dudas es un craso error creer que la misma se sustenta en la imposibilidad de reelección, restringiendo la posibilidad a la ciudadanía de dar continuidad a un proyecto político cuya gestión en procura del progreso y el desarrollo, ha sido reconocida por propios y extraños. Mientras exista en un país una institucionalidad democrática que tenga los adecuados mecanismos de control para evitar arbitrariedades, es el pueblo y solo el pueblo quien debe tener la voz sobre su propio destino, compañeros.

Nuestra Constitución en su artículo 1 expresa que  la voluntad popular es el fundamento de la autoridad en los poderes públicos y consagra mecanismos de participación directa que otorgan a los ciudadanos la posibilidad de incidir, sin intermediarios, en las decisiones públicas que afectan a la sociedad en su conjunto, por ende, la enmienda de reelección supone que la postulación de una autoridad en ejercicio del poder no será sino una más entre otras y es el pueblo el que deberá decidir en pleno ejercicio de su libertad.

Estos son tiempos nuevos, compañeros, ya no vivimos en aquellas épocas de la partidocracia en la que estuvimos acostumbrados a un ejercicio de la política basado en la creencia de que nuestro mandante es fácilmente manipulable y que bastaban vacías e irrealizables promesas para obtener el voto popular. En el fondo, esa sigue siendo la creencia de quienes ahora se oponen a la posibilidad de reelección; pero nosotros, la Revolución Ciudadana, creemos en un pueblo de ciudadanos libres, de pensamiento amplio, de mirada atenta y de voz firme.

Compañeros, los verdaderos enemigos de la democracia, los que abren las puertas de la demagogia y del autoritarismo, son la pobreza, la ignorancia, la mentira, la desigualdad que incrementa las tensiones sociales, pero nosotros creemos en una ciudadanía que tiene juicio crítico, en un pueblo con sentido libertario, que en medio de todas las dificultades sabe orientar correctamente su camino y hemos sentado las bases para ello. Un gobierno que quiere engañar al pueblo no le entrega, como lo ha hecho la Revolución Ciudadana, TODAS las herramientas necesarias - las que otrora nunca tuvieron - para hacer realidad su derecho a la autodeterminación.

La Constitución conserva su mismo espíritu, los principios que han hecho de ella la carta fundacional de una nueva época para la República. Compañeros, los cambios son necesarios porque amplían el espectro del ejercicio de los derechos, armonizan el accionar de los niveles de gobierno y de las instituciones púbicas, determinan con claridad sus competencias, son un voto de fe en la capacidad de nuestros jóvenes, posibilitan un marco jurídico de equidad en el servicio público, representan el compromiso de un gobierno que cree en el Estado de Derecho y en el ejercicio de la democracia, en la soberanía popular, en las permanentes y constantes mejoras que deben darse en educación, salud y seguridad.

Nunca hemos dado un paso sin que creer que este nos llevaría a un mejor futuro. Esta votación muestra que hoy más que nunca estamos firmes en nuestro compromiso. Somos la pluralidad de voces que llevan dentro de sí la firme convicción de que transitamos por el camino correcto, que las enmiendas son el cambio que necesita la Constitución para continuar acercándonos a ese ideal de una patria nueva y de mejor Ecuador.

Hoy es un día histórico para la Patria, hoy decimos sí a las enmiendas constitucionales, hoy se escribe una nueva página en la vida del país, una página de lucha, de progreso, una página de victoria para el pueblo ecuatoriano y de satisfacción del deber cumplido para la Revolución Ciudadana.

 

 

[1]Constitución de la República del Ecuador. Art. 441.- La enmienda de uno o varios artículos de la Constitución que no altere su estructura fundamental, o el carácter y elementos constitutivos del Estado, que no establezca restricciones a los derechos y garantías, o que no modifique el procedimiento de reforma de la Constitución, se realizará: (…) 2. Por iniciativa de un número no inferior a la tercera parte de los miembros de la Asamblea Nacional. El proyecto se tramitará en dos debates; el segundo debate se realizará de modo impostergable en los treinta días siguientes al año de realizado el primero. La reforma sólo se aprobará si obtiene el respaldo de las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea Nacional.

Gina Godoy Andrade
Asambleísta por Guayas Alianza PAIS

Gina Godoy Andrade, Asambleísta por el Guayas. Distrito 1 Feminista, luchadora permanente por la igualdad de género, la niñez y la adolescencia Asambleísta desde 2009. Integrante de la Comisión de Justicia y Estructura del Estado.

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