No es cuestión de rosas
Vivimos en un sistema en el que se nos ha hecho creer erróneamente que comprar y regalar rosas el 8 de marzo de cada año es un “justo homenaje” para las mujeres. Nada más alejado de la realidad. Nada menos edificante que esto.
Una rosa jamás podrá representar o ser el equivalente de una lucha sin cuartel, que las mujeres trazamos día a día, desde el espacio político, social, económico de nuestros país. Una rosa no podrá igualar lo que el 8 de marzo significa para miles, millones de mujeres en nuestro país y el mundo. La Organización de las Naciones Unidas comenzó a celebrar el 8 de marzo de 1975, como el Día Internacional de la Mujer, el cual surgió décadas atrás con las actividades de los movimientos obreros a finales del siglo XIX en Estados Unidos y Europa y está asociado al incendio ocurrido en marzo de 1911 en la fábrica de camisetas de la Triangle Shirtwaist Company de Nueva York, en el que murieron más de 140 mujeres jóvenes e inmigrantes. Luego de más de 100 años de ocurrido estos hechos, las mujeres aún continuamos, no solo teniendo desventajas laborales, sino siendo víctimas de todo tipo de agresiones que vejan nuestra dignidad. Aún no llega el día en que cada una de nosotras podamos celebrar con rosas que somos libres e iguales en nuestros hogares, escuelas o trabajos. Mientras sigan existiendo espacios para la violencia basada en el género femenino, el mundo necesita todavía que se conmemoren días que nos recuerden que a pesar de los años y las luchas sociales y políticas, nosotras las mujeres seguimos siendo asesinadas por nuestros maridos, violadas por nuestros padres, acosadas en las calles y cosificadas en los comerciales de televisión. ¿Aún creen que con una rosa se reivindica esta lucha?
Este 8 de marzo debe ser un día de reflexión, que nos sirva para recordar dónde empezó nuestra lucha y hacia dónde se dirige. Debe ser un día para entender que caminamos juntas, que en el camino vamos identificando nuestras dificultades y superándolas para lograr nuestra plena participación en condiciones de igualdad, en la vida política, civil, económica, social, cultural, en todos los espacios. Este 8 de marzo debe ser un día en el que nos comprometamos a trabajar desde el espacio en el que estamos para hacer una introspección y reconocimiento de los logros alcanzados.
Este 8 de marzo debe reinar la sororidad entre todas nosotras, hermanas, trabajadoras, activistas, profesionales, cuidadoras, víctimas de cualquier forma de violencia, para comprender que los cambios y victorias no se dan de la noche a la mañana, que se tratan de largos procesos, de batallas ganadas y perdidas, de ir generando espacios de reivindicación y conciencia en hombres, mujeres, niñas, niños, adolescentes, personas trans, homosexuales, lesbianas; y abrir el debate en los espacios políticos para incluir leyes que respondan a la realidad de las mujeres en el país y es ese el esfuerzo que se ha hecho desde la Asamblea Nacional que recientemente aprobó el Código Orgánico Integral Penal que incluye severas sanciones para el femicidio, la violencia contra la mujer, la trata de personas entre otras conductas y reglas especiales para el procedimiento de juzgamiento a los responsables y atención y reparación integral a las víctimas.
El trabajo de la Asamblea Nacional no se reduce al COIP, las y los asambleístas procuramos que en cada proyecto o reforma de ley que debatimos, tenga de forma primordial al enfoque de género, la discusión con la ciudadanía y la retroalimentación con sus observaciones.
No se trata de una competencia sobre quién ha hecho qué en mayores proporciones, ni quién ha luchado de una forma u otra y en qué espacios, se trata de no reproducir la violencia en contra de la que luchamos sino de caminar juntas, compañeras. Este 8 de marzo evitemos las rosas… porque este día no es cuestión de rosas, sino de luchas desde nuestras trincheras.
Gina Godoy Andrade, Asambleísta por el Guayas. Distrito 1 Feminista, luchadora permanente por la igualdad de género, la niñez y la adolescencia Asambleísta desde 2009. Integrante de la Comisión de Justicia y Estructura del Estado.
