ORIENTACIONES CONCEPTUALES PARA EL FRENTE INTERPARLAMENTARIO ¨ECUADOR SIN HAMBRE¨

Jueves, 25 de julio del 2013 - 19:17 Imprimir

campesino_maiz_570 1.- Introducción

Cuando se analiza el tema de los sistemas alimentarios muchas posturas parten de concepciones superfluas e intereses corporativos, antes de partir de un análisis profundo de la realidad basado en las correlaciones de fuerza que se dan un momento histórico determinado y bajo la influencia de un contexto cultural específico. Esto ha llevado a plantear supuestos hipotéticos erróneos sobre cómo enfrentar el problema del hambre en el mundo; supuestos que han sido elaborados en base a experiencias exógenas que si bien han podido tener éxito en Europa o Estados Unidos, no por ello deben ser asimiladas como válidas para los demás países, sobre todo Latinoamericanos.

Lamentablemente, esta ha sido la tónica en cuanto a los mecanismos de producción de alimentos en nuestra región. La agroindustria basada en los monocultivos extensivos y el uso indiscriminado de agrotóxicos se ha convertido en el nuevo arquetipo de “lo que se debe hacer” en materia alimentaria, aun cuando este sistema no tenga perdurabilidad como característica intrínseca, pues sus impactos erosionan no solamente la calidad de los suelos o la diversidad de las semillas, sino sobre todo la mentalidad de la gente que es víctima de un nuevo tipo de colonizaje a través de la asimilación de patrones culturales de consumo que antes nos eran ajenos y distantes y hoy constituyen el referente obligatorio de lo que se debe comer.

Se trata de las estructuras del capital que han encontrado en los alimentos un nuevo nicho para la especulación, mercantilizando la comida como si se tratase de cualquier titulo hipotecario que puede ser transado en la bolsa de valores. Un elemento clave que se desprende del análisis de este planteamiento es que para sostener la ferocidad del sistema capitalista este debe reinventarse asimilando las reivindicaciones sociales para convertir la satisfacción de necesidades básicas en una nueva fuente de ingresos.

Esta problemática se relaciona de forma estructural con los flujos empresariales corporativos de poder internacional que han sido des localizados y fortalecidos a través de una serie de políticas públicas locales, conocidas como incentivos a la inversión en países que quieren captar dichos recursos, o a su vez, como subsidios agrícolas en los países del centro. Estas relaciones coloniales centro - periferia son el resultado de una concepción meramente ideológica que se pretende hacer pasar por efectiva, ahondado la división del trabajo por países, determinando roles específicos para las posibilidades de alimentación de los pueblos, pero que a la postre han demostrado su rotundo fracaso.

Las graves contradicciones de esta forma de asumir la producción de alimentos ha empeorado la situación mundial del hambre, dando la escusa perfecta para la homogeneización de la alimentación a través la imposición de paquetes tecnológicos que supuestamente constituyen elementos fundamentales para la lucha contra el hambre. En realidad, la lucha en contra de este régimen oprobioso post moderno de alimentación se relaciona con el fortalecimiento de las redes campesinas y de acción popular a través de la reconstrucción de su actividad y del aseguramiento del acceso a tierra, agua, semillas y créditos.

Este rompimiento progresivo de la capacidad de organización de la sociedad, significa el crear una gran masa de consumidores a la cual hay que asegurar la provisión suficiente de alimentos para saciar su voraz hambre. El libre tránsito de mercaderías constituye entonces la mejor respuesta a las necesidades alimenticias de la población, convirtiendo de esta forma a los intereses del gran capital en objetivos de política pública defendidos por gobiernos y organismos internacionales, todo en nombre de los hambrientos del mundo quienes de forma paradójica no tienen capacidad de voz y voto frente a estos debates que los afecta.

Poco a poco se van cimentando las bases para un nuevo régimen alimenticio global bajo el paradigma neoliberal de la libertad de mercado, que vincula la producción capitalista tecnificada y deslocalizada con los saberes de los pueblos, robando su soberanía a través del fortalecimiento del régimen internacional de propiedad intelectual. Entonces, la sociedad del consumo desmedido empieza a imponer verticalmente un nuevo contenido al ya polémico concepto de “seguridad”. Nos hablan de seguridad alimentaria como el nuevo imperativo de la lucha contra la pobreza, al punto de incluirla entre los “objetivos del milenio”; objetivos que utilizan un léxico tan neutral y carente de reflexión política como las organizaciones que los promueven.

La realidad dista mucho de ser tan neutral pues la lucha por la tierra, el agua y los alimentos es, ante todo, una lucha de posiciones políticas antagónicas. Por un lado la vanidosa sociedad occidental que trata de incorporar a la alimentación como una fuente más de sus rendimientos financieros. Por otra parte, los saberes populares que intentan sobrevivir en medio de la vorágine del nuevo sistema global alimentario, homogéneo, absoluto y omnipresente.

Este documento pretende presentar una primera aproximación conceptual a definiciones básicas sobre el tema alimentario que deben ser conocidas previamente para evitar confusiones ideológicas. Esta es solo el inicio de un gran debate que debe tener un ámbito nacional, y al que le urge identificar cual es la opción por la que apuesta la constitución: soberanía o seguridad alimentaria?

2.- Definiciones Básicas

Existe una diversidad de definiciones de los términos seguridad y soberanía alimentaria que van más allá del ámbito etimológico pues cada uno de estos conceptos refleja una determinada posición ideológica en torno al derecho a la alimentación. Por ende, es preciso conocer ambos enfoques para determinar que orientación política debe tener el trabajo legislativo.

El término “seguridad alimentaria” es mucho más antiguo y se remonta a mediados del siglo XX, por lo que se requiere hacer una pequeña reseña histórica que refleje como el contenido de este concepto ha sido redefiniendo en función de los intereses del capital transnacional. Por otra parte, el concepto de “soberanía alimentaria” es mucho más novedoso y ha sido utilizado como el portaestandarte de los movimientos sociales, tal como los Sin Tierra de Brasil o la Vía Campesina, siendo el concepto que utiliza nuestra Constitución en el artículo 281.

¿Qué implicaciones tienen ambos conceptos? ¿Cuáles son las diferencias entre los mismos y a qué posiciones ideológicas responden? Contestar a estas interrogantes nos permitirá determinar qué sentidos generales debe tener el trabajo del Frente Parlamentario Ecuador Sin Hambre a lo largo del presente período legislativo, a fin de guardar coherencia con lo que establece nuestra constitución.

2.1.- Seguridad Alimentaria

La importancia otorgada a la alimentación de la población por parte de sus gobernantes es tan antigua como la historia misma de la humanidad. En el antiguo Egipto, cientos de años antes de la era cristiana ya existían silos en los cuales los faraones ordenaban el almacenamiento de granos para las épocas de sequía; sin mencionar el sistema de almacenamiento de los incas, que no solo servía para aprovisionar recursos para épocas de carestía, sino que constituía uno los pilares de su estructura socio política basada en la reciprocidad y redistribución igualitaria. No obstante, el uso de la noción de “seguridad alimentaria” nace en un contexto histórico en el cual la disponibilidad y acceso a los alimentos pasaron a constituir una cuestión de Estado, promovida por medio de la adopción de políticas públicas.

  • Antecedentes Históricos

En el siglo XX la cuestión alimentaria adquirió nuevos matices tras el establecimiento de un nuevo orden mundial que cambió para siempre el régimen alimentario del planeta. Para afrontar la escasez de alimentos debido a circunstancias adversas como conflictos armados o catástrofes ambientales, ya no era suficiente aumentar su producción y mejorar el aprovisionamiento de la población.

La seguridad alimentaria jugó un rol trascendental en la reconstrucción de los países capitalistas tras la segunda guerra mundial. Estados Unidos y la Unión Europea lograron un alto grado de autosuficiencia productiva de alimentos, en base a modelos de agricultura intensiva y proteccionismo frente a las importaciones, completando el aprovisionamiento interno por medio del comercio internacional.

Si bien el uso oficial del término “seguridad alimentaria” en los Estados Unidos recién aparece en 1985, ya en la década de los 30 -tras la gran depresión- se dieron las primeras reformas adoptadas bajo el New Deal implementado por el gobierno de Roosvelt. Las leyes de ajuste agrícola de 1933 y 1938 pretendieron resolver el problema “agro alimentario” mediante el control de la oferta para lo cual se promovía la reducción del área cultivada y de los volúmenes de producción, a cambio de pagos compensatorios, garantizando estabilidad en los precios en la perspectiva de asegurar el ingreso de los agricultores. Paralelamente y, frente al creciente desempleo, se motivó la transferencia de desempleados hacia el campo.

A partir de 1945 el factor “seguridad” empieza a incluirse en el régimen alimentario. El incremento de los volúmenes de producción resultado de la “revolución verde” propició la expedición de normativas como la Ley de Comida Escolar de 1946 que promovía destinar los excedentes alimentarios a la mejoría de la condición nutricional de los niños pobres, o la Ley de Desarrollo de Comercio Agrícola y de Ayuda de 1954 que dio origen a la práctica de enviar los excedentes agrícolas a través de exportaciones subsidiadas y de donaciones de alimentos a países pobres.

A partir de la década de los 1980, por primera vez se hace se hace uso explícito de la noción de seguridad alimentaria para denominar una política pública con el aparecimiento de la Ley de Seguridad Alimentaria (Food Security Act) en 1985, mediante la cual se reorientaba la política agrícola estadounidense a través de la liberalización de los mercados, la expansión de la demanda interna y de las exportaciones.

Con esta ley se consensúa una acepción común de seguridad alimentaria entre el gobierno norteamericano, los organismos internacionales y los representantes del gran agronegocio, basados en 3 puntos: 1) Intensificar la producción agrícola y expandir el comercio internacional (food security) aún cuando existan impactos sociales y ambientales negativos; 2) reglamentar los factores que afecta la inocuidad de los alimentos, creando barreras arancelarias a la importación y; 3) adoptar amplios programas alimentarios o de complementación de ingresos para los segmentos sociales más necesitados.

A partir del 2002, con la Ley de Seguridad Agrícola e Inversión Rural (Farm Security and Rural Investment Act), se substituye la sustentación de los precios agrícolas por un programa de mantenimiento de las utilidades de los trabajadores, manteniendo los programas de asistencia alimentaria que en solo 1 año costaron 51 billones de dólares al Departamento de Agricultura norteamericano1.

Por su parte, en Europa la producción de alimentos constituyó un lugar central en la recostrucción posterior a la segunda guerra mundial, como parte del proceso de integración comunitario. En 1967 se estableció la Política Agrícola Común, que daba énfasis a la producción para elevar el grado de autosuficiencia y estabilizar el aprovisionamiento regional. Al igual que en Estados Unidos, la Comunidad Europea fundamentó su estrategia alimentaria en el mantenimiento de los precios agrícolas en el mercado interno a través de una elevada protección contra el ingreso de productos de países fuera de región, así como subsidios a las exportaciones agroalimentarias.

Hay que añadir que tanto en EE.UU. como en la Unión Europea las políticas proteccionistas fueron acompañadas del aumento del poder adquisitivo de los salarios y la disminución del porcentaje que los gastos en alimentos representaban para los ingresos familiares.

  • El Concepto de Seguridad Alimentaria a nivel internacional

La evolución de los sistemas alimentarios de los países desarrollados llevó a conformar un sistema alimentario mundial, a través de flujos de interdependencia y mecanismos de coordinación que engloban la producción, la distribución y el consumo de alimentos que sobrepasan las fronteras de los países. El modelo de producción agropecuaria basado en el estrechamiento de las cadenas de producción y distribución inciden sobre las decisiones de los agricultores respecto a los productos que deben producir. Cabe vez tienen más importancia las determinaciones de los agentes comerciales y agroindustriales sobre las tendencias del consumo urbano de alimentos.

La creación de organismos internacionales coincide con el final de la segunda guerra mundial. La Organización de las Naciones Unidas para la la Agricultura y la Alimentación -FAO-, fue constituida en 1945. Paralelamente se crearon el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). A partir de los años sesenta la orientación del BM cambió de la reconstrucción de la pos-guerra hacia la promoción del crecimiento económico, para lo cual los temas relativos a la pobreza y al hambre sería paulatinamente incorporados. Así surgió la “seguridad alimentaria global” que formó parte de la internacionalización de la cuestión alimentaria como expresión de la producción y comercio de alimentos a escala mundial.

De esta forma y por inducción de Estados Unidos de América, los organismos internacionales empezaron la separación entre autosuficiencia en la producción alimenticia (food self-sufficiency) y seguridad alimentaria que pasa a ser entendida como la capacidad de adquirir alimentos en el mercado internacional cuando se necesite de ellos (food self-reliance). Esto dio paso a la conformación de un sistema alimentario mundial caracterizado por la expanción de las grandes corporaciones multinacionales y las redes comerciales que actualmente dominan las etapas de procesamiento, distribución y comercialización de alimentos.

Este sistema mundial limitó el alcance de las políticas nacionales, sobre todo a partir de la imposición de las tesis neoliberales en la década de los años ochenta y noventa. De esta forma se generó un sistema de dependencia de doble vía, de una parte, los países periféricos son obligados a abrir sus mercados a los bienes importados desde los países con sistemas agrícolas altamente desarrollados y contaminantes que además reciben subsidios. Esta dependencia no solo genera el desplazamiento de la producción nacional frente a la invasión de productos agrícolas desde el exterior sino que además subordina la determinación de los precios del mercado interno de alimentos a la fluctuación de los precios internacionales. Todo esto dentro de un contexto ausencia de reglamentación de los mercados debido a la reducción de la capacidad de control y regulación del Estado, impulsada en la ola neoliberal.

Los críticos de este modelo destacan su carácter excluyente pues, a pesar de la abundancia de los alimentos producidos, se mantiene un número creciente de personas que sufren de hambre y, en algunos casos, incluso han aumentado. Además, este modelo genera impactos en términos sociales debido a la exclusión de pequeños productores y baja generación de empleos; impactos ambientales por el agotamiento de los suelos y la destrucción de la agro biodiversidad; impactos en la salud por el uso de agroquímicos tóxicos; e, impactos en la cultura, al cambiar los patrones alimenticios tradicionales de la población.

No se trata de negar la importancia de los intercambios internacionales para las economías en desarrollo, desde una perspectiva idealista pero poco pragmática en el mundo moderno. Pero sí se debe reconocer el papel estratégico de la producción doméstica de alimentos sobre todo en países que por su dimensión poblacional y territorial deben asegurar en primer lugar la producción doméstica y la equidad social en función de su capacidad productiva, debido a la importancia estratégica que tiene el acceso a la alimentación para la supervivencia de cualquier sociedad.

2.2.- El concepto de Soberanía Alimentaria como un nuevo paradigma a nivel internacional

Frente al concepto de seguridad alimentaria apareció el concepto de soberanía alimentaria, como una alternativa frente a la construcción de un sistema alimentario mundial basado en el comercio internacional como la fuente de aprovisionamiento de alimentos y sometido a los intereses de las grandes corporaciones agroalimentarias. Este concepto fue definido en el Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria, realizado en La Habana, Cuba, en el año 2001 de la siguiente manera:

“Soberanía alimentaria (es) el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos, capaces de garantizar el derecho a la alimentación para toda la población, en base a la pequeña y mediana producción, con respeto a sus propias culturas y a la diversidad de los modos de producción agropecuaria, de comercialización y de gestión de los espacios rurales de campesinos, pescadores e indígenas, en los cuales la mujer desempeña un papel fundamental”.

La soberanía alimentaria implica que las políticas adoptadas por los países “desarrollados” no comprometan el derecho a la alimentación de los demás países. Este riesgo está sobre todo presente en el desmantelamiento de las políticas de promoción y protección de los sectores domésticos y de la agricultura familiar. La soberanía alimentaria impone una restricción al enfoque que atribuye al comercio internacional un papel fundamental en el aprovisionamiento interno de alimentos, en oposición a lo que defienden las corporaciones agro alimentarias, los gobiernos de los países “desarrollados” y muchos organismos internacionales.

La primacía otorgada al comercio internacional, la apertura comercial y la desregularización de mercados desde la óptica de la seguridad alimentaria, son una falacia para quienes propugnan la soberanía alimentaria como principio rector puesto que, las exportaciones de los países del tercer mundo no garantizan la generación de las utilidades necesarias para la importación de alimentos, ni garantiza su oferta interna regular a precios acsesibles.

Una política alimentaria democrática significa volver a conectar la producción familiar y el consumo local, en lugar del actual modelo basado en grandes corporaciones que buscan maximizar sus ingresos, a través de la producción en masa y la utilización de agrotóxicos en alimentos que son elaborados a cientos de kilómetros de su lugar de consumo, generando externalidades negativas en el medio ambiente.

No obstante, se puede dar un rol importante al comercio internacional sin negar la importancia de diversificar las exportaciones a través del reconocimiento del carácter estratégico de la agricultura “campesina” que permitiría sustituir la utilización de paquetes tecnológicos que afectan la auto suficiencia productiva y generan dependencia tecnológica.

Esta dependencia se pudo evidenciar en el incremento masivo de los precios de los alimentos que se produjo a raíz de la crisis económica de 2008-2009 y que respondió a cuatro factores que reflejan los niveles de interdependencia global que subordinan a los mercados internos a las fluctuaciones económicas externas: 1) Aumento del poder adquisitivo de los países emergentes, China e India principalmente, que empezaron a importar más recursos alimenticios incrementando significativamente la demanda. Cabe destacar que, así como el incremento del poder de compra pudo elevar el precio de los alimentos, una contracción económica podría incidir directamente en la caída de los mismos, escenario que no es hipotético considerando que China empieza a desacelerar su crecimiento económico; 2) Elevación del precio del petróleo con la consecuente elevación del precio de sus derivados (fertilizantes y plaguicidas) lo que encarece los costos de producción, sobre todo dentro del modelo productivo basado en el monocultivo extensivo; 3) Disminución de cosechas en América Latina, Asia y Oceanía debido a factores climáticos adversos como sequías e inundaciones; y, 4) Mercantilización de la alimentación a través de la incorporación de productos como soya, maíz y trigo en la bolsa de valores, en calidad de commodities y, por tanto, en activos atractivos para el capital financiero en permanente especulación. A esto se suma la falta de pérdida de capacidad de regulación de los Estados para lograr un adecuado control de la oferta y demanda de bienes alimentarios.

La soberanía alimentaria replantea la necesidad de incrementar los aranceles para la protección de la producción frente a la importación masiva de alimentos y la concesión de créditos para los pequeños productores. En este sentido, en el Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria realizado en La Habana, en el año 2001, se dieron los siguientes pronunciamientos:

  • Afirmamos que los alimentos no son una mercancía más y que el sistema alimentario no puede ser tratado con la única lógica del mercado.

  • Consideramos una falacia el argumento de que la liberalización del comercio agrícola y pesquero internacional garantiza el derecho a la alimentación de las personas.

  • La liberalización comercial no posibilita necesariamente el crecimiento económico y el bienestar de la población.

  • Los países subdesarrollados son capaces de producir sus propios alimentos y pueden serlo en el futuro.

  • La concepción promovida por el neoliberalismo sobre las ventajas comparativas produce graves perjuicios para los sistemas alimentarios. Dentro de esta lógica, la importación de alimentos básicos tiende a desmantelar la producción doméstica para comprarlos “más baratos” a los países ricos, induciendo a la reorientación de sus recursos productivos a cultivos de exportación “más competitivos y de mayor valor agregado” para los mercados del Primer Mundo. Es una mentira que los países no deban preocuparse por establecer y conducir políticas de Estado que garanticen la seguridad alimentaria de sus ciudadanos. Los neoliberales argumentan que el supermercado global de los países exportadores les resuelve cualquier pedido sin problema alguno.

  • Tratan de engañar a la ciudadanía cuando afirman que las agriculturas campesinas e indígenas y la pesca artesanal son ineficientes e incapaces de responder a las necesidades crecientes de producción de alimentos. Con esta afirmación se pretende imponer una agricultura y pesca industrial intensivas de gran escala.

  • Denunciamos que cuando se argumenta que la población rural es excesiva en comparación con su aporte al producto interno bruto, de lo que se trata en realidad es de expulsar en forma brutal a la población rural de sus tierras, a las comunidades pesqueras de sus costas y áreas marítimas, privatizando sus recursos naturales.

  • Rechazamos que la forma de hacer frente a las necesidades crecientes de alimentos en el mundo sea a través de la agricultura y la pesca de gran escala, industrial e intensiva.

  • Nos quieren convencer que la única función de los campesinos, pescadores e indígenas es dar paso a la privatización de sus tierras y recursos naturales. Esto obliga, entre otros efectos, a la migración masiva a las ciudades o al extranjero para aumentar la oferta de mano de obra barata necesaria para incrementar la “competitividad” de los sectores dinámicos de las economías nacionales vinculados a la exportación y de las empresas transnacionales. Lo anterior a la vez que en los países desarrollados se agrava el desempleo y la exclusión laboral.

  • Se intenta imponer el patrón alimentario de las corporaciones trasnacionales como el único viable, apropiado y correcto en un mundo global; se trata de un verdadero imperialismo alimentario que atenta contra la diversidad de las culturas alimentarias de los pueblos, sus identidades nacionales, culturales y étnicas.

  • En esta perspectiva, las potencias hegemónicas usan los alimentos como arma de presión política y económica contra países soberanos y movimientos populares de resistencia.

  • Todo lo anterior tiene lugar en el marco del debilitamiento sistemático de los Estados y de la promoción de falsas democracias que excluyen sistemáticamente el interés público y la participación real de la sociedad en general y de la población rural en particular en el debate, diseño, decisión, ejecución y control de las políticas públicas.

Nuestra Constitución recoge ampliamente en su artículo 281 el concepto de soberanía alimentaria, por oposición a la seguridad alimentaria, definiéndola como un objetivo estratégico y una obligación del Estado para garantizar que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades alcancen la autosuficiencia de alimentos sanos y culturalmente apropiados.

Para ello se establecen catorce objetivos lineamientos:

1. Impulsar la producción, transformación agroalimentaria y pesquera de las pequeñas y medianas unidades de producción, comunitarias y de la economía social y solidaria.

2. Adoptar políticas fiscales, tributarias y arancelarias que protejan al sector agroalimentario y pesquero nacional, para evitar la dependencia de importaciones de alimentos.

3.Fortalecer la diversificación y la introducción de tecnologías ecológicas y orgánicas en la producción agropecuaria.

4. Promover políticas redistributivas que permitan el acceso del campesinado a la tierra, al agua y otros recursos productivos.

5.Establecer mecanismos preferenciales de financiamiento para los pequeños y medianos productores y productoras, facilitándoles la adquisición de medios de producción.

6. Promover la preservación y recuperación de la agrobiodiversidad y de los saberes ancestrales vinculados a ella; así como el uso, la conservación e intercambio libre de semillas.

7. Precautelar que los animales destinados a la alimentación humana estén sanos y sean criados en un entorno saludable.

8. Asegurar el desarrollo de la investigación científica y de la innovación tecnológica apropiadas para garantizar la soberanía alimentaria.

9. Regular bajo normas de bioseguridad el uso y desarrollo de biotecnología, así como su experimentación, uso y comercialización.

10. Fortalecer el desarrollo de organizaciones y redes de productores y de consumidores, así como las de comercialización y distribución de alimentos que promueva la equidad entre espacios rurales y urbanos.

11. Generar sistemas justos y solidarios de distribución y comercialización de alimentos. Impedir prácticas monopólicas y cualquier tipo de especulación con productos alimenticios.

12. Dotar de alimentos a las poblaciones víctimas de desastres naturales o antrópicos que pongan en riesgo el acceso a la alimentación. Los alimentos recibidos de ayuda internacional no deberán afectar la salud ni el futuro de la producción de alimentos producidos localmente.

13. Prevenir y proteger a la población del consumo de alimentos contaminados o que pongan en riesgo su salud o que la ciencia tenga incertidumbre sobre sus efectos.

14. Adquirir alimentos y materias primas para programas sociales y alimenticios, prioritariamente a redes asociativas de pequeñosproductores y productoras.

 

3.- Conclusiones

  • Diversos países de América Latina se han insertado en este proceso de internacionalización de alimentos, para lo cual han reestructurado sus producciones y modelos de consumo. Argentina, Brasil y Paraguay, entre otros, se han ubicado como líderes del comercio agroalimentario mundial. No obstante, este proceso se ha producido sin que se resuelvan los problemas de nutrición de su población demostrando que el comercio internacional no es una solución estructural para el dilema alimentario.

  • Los países “desarrollados” optaron por una estrategia basada en tres pilares: 1) La expansión de la producción a través del uso masivo de pesticidas y abonos agrotóxicos en monocultivos extensivos; 2) La protección de la producción interna a través del mantenimiento de los precios, la donación de excedentes alimentarios a los países “pobres” y el impulso a las compras públicas del Estado a los productores; 3) El subsidio a las exportaciones de alimentos y el establecimiento de barreras arancelarias a los productos de otros países con la finalidad de evitar su ingreso al mercado interno.

  • La seguridad alimentaria ha servido para consolidar un modelo de agroexportación a nivel planetario que ha generado flujos de dependencia que inciden directamente en la determinación de los precios de los alimentos, afectado la capacidad de las comunidades campesinas e indígenas para ser autosuficientes en la provisión de productos.

  • El círculo del sistema alimentario global se cierra con la dependencia tecnológica hacia los paquetes de semillas, fertilizantes y pesticidas que atentan contra la capacidad de los pueblos para la definición de sus propias maneras de producción y consumo, condicionando de esta forma su soberanía alimentaria.

  • La Soberanía Alimentaria constituye una alternativa para mantener la autosuficiencia en el abastecimiento de alimentos, sin desconocer la importancia que pueden tener las exportaciones para el ingreso de divisas. No obstante, el mercado mundial no constituye una fuente confiable para poner bajo sus dependencia cuestiones que son de interés público. Las sociedades deben garantizarse el aprovisionamiento de alimentos por sus propios medios, lo contrario constituye generar una dependencia riesgosa para su supervivencia.

  • La Soberanía Alimentaria constituye una alternativa política que debe ser asumida como una reivindicación social trascendental para el futuro de nuestro país y de los países latinoamericanos. Mantener el actual sistema de “seguridad alimentaria global” implica seguir sometidos y vulnerables ante los intereses de poderosas corporaciones trasnacionales.

1Los cinco programas más grandes concentraron, en 2005, el 95% de los recursos totales: 31 billones de dólares para el vale de alimentación (food stamps); 8 billones de dólares para comidas escolares (school lunch); 5 billones de dólares para complemento alimentario para mujeres y niños; 2,1 billones de dólares para alimentos subsidiados para niños y adultos (child and adult care); y, 1,9 billones de dolares para desayunos escolares (school braekfast). (OLIVEIRA, 2006)

María Calle
Asambleísta por Pichincha Alianza PAIS

Socióloga y Comunicadora es su formación profesional. Activista por los derechos humanos y el derecho a la comunicación, luchadora por la soberanía y autodeterminación de los pueblos, la libertad y la just..

Facebook - María Calle Facebook - María Calle

E-mail - María Calle

Av. 6 de Diciembre y Piedrahita · Teléfono: (593)2399 - 1000 | Quito · Ecuador