“Proyecto de Resolución para rendir homenaje a las víctimas de la dictadura chilena”
Gracias señora Presidenta, compañeras y compañeros asambleístas:
Quiero iniciar esta intervención con un extracto del poema “Somos Cinco Mil” del artista y profesor universitario Víctor Jara, escrito mientras lo mantenían en cautiverio, en el estadio nacional de Chile, un par de días antes de recibir alrededor de 40 disparos de fusil, por el solo hecho de pensar diferente, de soñar con una sociedad más justa y equitativa. Su pecado, amar, amar al prójimo, amar al socialismo.
“...Somos cinco mil en esta pequeña parte de la ciudad.
¿Cuántos seremos en total en las ciudades y en todo el país? Solo aquí, diez mil manos siembran y hacen andar las fábricas...
...¡Qué espanto causa el rostro del fascismo! Llevan a cabo sus planes con precisión artera, Sin importarles nada. La sangre para ellos son medallas. La matanza es acto de heroísmo. ¿Es este el mundo que creaste, Dios mío? ¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo? en estas cuatro murallas solo existe un número que no progresa, que lentamente querrá más muerte...
...¿Cuántos somos en toda la Patria? La sangre del compañero Presidente,
golpea más fuerte que bombas y metrallas, Así golpeará nuestro puño nuevamente...”
Me permito expresar un fraterno y solidario saludo a la comunidad ecuatoriana que vive en Latinoamérica a quienes represento, en especial a los 25 mil hermanos que viven en la República de Chile, país donde se recuerda el Cuadragésimo aniversario de un golpe a la humanidad, a la racionalidad, un golpe a la dignidad de nuestros pueblos sudamericanos.
El 4 de septiembre de 1970, lo recordamos como una victoria del pueblo en Chile, la victoria del socialismo sobre las fuerzas de ultra derecha, aquellas fuerzas retardatarias, cegadas por la ambición de poder y la codicia de mantener su estatus oligárquico dentro de la sociedad, aupadas por el fascismo norteamericano, que acostumbrado éste, a disponer a voluntad el manejo político y económico en la región, como ellos mismos lo han afirmado, a su antojo, como su patio trasero.
Tres años después de este triunfo histórico y democrático, con la voluntad de la ciudadanía expresada en las urnas, una vez más las botas y la fuerza de las armas produjeron una de las mayores tragedias recordadas en nuestra historia. Recordamos aquel 11 de septiembre de 1973, como el símbolo de resistencia, ha sido y es el ejemplo más sobresaliente de que siempre hay poderes de facto que no dudarán ni un instante para aplastar los derechos humanos con tal de mantener sus privilegios y estatus dentro de la sociedad.
Al cumplirse los 40 años del fatídico día, en que el militar Pinochet rompió el juramento de defender la democracia y el orden constituido, para convertirse en el hombre que acaparó todos los poderes por 17 años en Chile. Luego de transcurridos estos años, hay extensa información y tanto que decir al respecto, que la opinión colectiva a nivel nacional e internacional no tiene dudas, que capítulos de esta naturaleza no pueden repetirse en nuestros países.
Quiero aprovechar este corto tiempo para rendir homenaje a hombres y mujeres que dieron su vida, con la convicción cierta que su lucha y sacrificio valdría la pena en el tiempo, para demostrar al mundo las atrocidades que aquel régimen cometió. Todos conocemos de los miles de muertos, desaparecidos, torturados, exiliados y de la impunidad que hasta el momento gozan varios de los responsables directos de estos actos.
Pero, el legado de la dictadura Pinochetista, lo encontramos presente, no solamente en el recuerdo de aquellas personas, sino en la ruptura social que ocasionaron como propósito de un perverso proyecto político, orquestado entre la cúpula militar de las fuerzas armadas, representantes de la empresa privada y medios de comunicación, todos éstos vendidos a intereses del gobierno norteamericano, con el cual mantuvieron intensas reuniones antes, durante y después del golpe y de las cuales consiguieron el financiamiento y visto bueno para la ejecución de aquel plan.
He vivido los últimos veintiún años en la hermana República de Chile y puedo dar fe, que la sociedad aún experimenta el trauma social que generó la violencia, la represión brutal y las políticas enfocadas a impedir la participación de la ciudadanía en las decisiones de interés común.
Y es precisamente esto, de lo que adolece Chile en los actuales momentos, porque aún mantiene una Constitución expedida por la dictadura, porque aún no se ha logrado configurar un proceso social que permita, en primer lugar la expedición de una nueva Carta Magna, por consiguiente reformar toda la normativa y estructura estatal dirigida a beneficiar a las élites políticas, económicas y militares.
Con orgullo quiero resaltar, que el Ecuador se ha convertido en el ejemplo positivo de la implementación de las políticas sociales y económicas. Y es que con la llegada de la Revolución Ciudadana, mostramos al mundo que es posible una sociedad más justa e inclusiva, las políticas que benefician a la comunidad migrante y sus respectivos programas se han convertido en un referente para el debate actual dentro del legislativo chileno, que en los actuales momentos se encuentra tramitando una nueva ley de migración.
Es necesario que recordemos la historia para no repetir los errores del pasado y nuestro mejor homenaje para las víctimas que recordamos en este día, es llenar de trabajo honesto, desinteresado, con gente de manos limpias que permitan llevar adelante un proceso social, político y democrático encaminado hacia el Buen Vivir.
