A pesar de que en los últimos días tuvo un decaimiento en su salud, producto de un cáncer que padecía, el legislador Nelson Serrano Reyes participó en la Asamblea hasta la última semana de sesiones, contó su compañero Mauricio Proaño. No pudo ponerse de pie para dar su posición sobre el proyecto de Ley de Tierras, pero estuvo presente por varias motivaciones: amor al agro, responsabilidad con el campesinado y compromiso con el desarrollo del país, dijo, tras contar que su recomendación siempre fue que no hay que dejar las cosas a medias y que hay que cumplir con el pueblo ecuatoriano.
El asambleísta, abogado, agricultor y poeta fue integrante de las comisiones de Fiscalización y de Soberanía Alimentaria, en esta última mesa se construyó la Ley de Recursos Hídricos y el informe para segundo debate del proyecto de Ley de Tierras, sus aportes para estas normas fueron claros, siempre estuvo pendiente de las necesidades del agro y del agricultor, señaló Proaño. Su sueño fue entregar al país un Código Agrario.
Durante este año participó en la consulta prelegislativa del proyecto de Ley de Tierras y en las socializaciones del cuerpo legal, lo propio hizo con la Ley de Recursos Hídricos en el 2014. Así mismo, según Proaño, fue el que más apoyó en la Ley de Remisión de Multas, Recargos e Intereses para 48 mil pequeños agricultores. Y, a pesar de estos avances, creía que al sector rural le faltaba más apoyo: el 4 de diciembre presentó el proyecto de Fomento y Desarrollo Agrario.
Ha sido un gran compañero y un gran asambleísta. Su trabajo desde la Asamblea y desde otras áreas ha sido valioso y debe ser reconocido por el pueblo ecuatoriano. Siempre estuvo luchando con la gente que más necesitaba. Por ejemplo, apoyó el fortalecimiento de las cooperativas agropecuarias dentro del país y a nuestros migrantes, recordó Proaño.
El asambleísta Serrano fue abogado gratuito de la Red Nacional de Familiares de Migrantes, desde donde impulsó varios casos en contra del coyoterismo y logró recuperar viviendas y bienes de ciudadanos que habían sido engañados.
Llevo siete años viviendo en Puerto Quito, dejé, no sin pena, las minas de materiales de construcción que poseía en Riobamba, “Cerro Negro”, ese nombre me trae el recuerdo de incansables días de trabajo, reza en el perfil de su blog.
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