YASUNÍ-ITT: PLAN C

Domingo, 01 de septiembre del 2013 - 13:16 Imprimir

 

El 30 marzo de 2007, el compañero Rafael Correa, -apenas 64 días después de asumir la Presidencia-, propone al País y a la comunidad internacional una alternativa revolucionaria para dejar el petróleo del Parque Nacional Yasuní bajo suelo. Una propuesta que buscaba, además, superar la confrontación “irreconciliable” entre dos posiciones: el Plan B, -cuyos antecedentes podemos rastrearlos por lo menos desde el “boom petrolero”-, que propone explotar el petróleo del Yasuní; y el planteamiento de grupos ecologistas radicales de dejar el petróleo bajo tierra, sin ninguna corresponsabilidad o compensación de parte de los países desarrollados.

En este contexto, el proyecto YASUNI-ITT expresaba la voluntad del gobierno nacional de no extraer el petróleo a cambio de una compensación de USD 3.600 millones de dólares en 13 años; monto que cubriría, aproximadamente, -de acuerdo a los cálculos de ese momento-, el 50% de lo que dejaríamos de percibir. Sin lugar a dudas una propuesta novedosa, provocadora, generosa e irreverente, sobre todo si consideramos que surge de un país “pequeñito”, de renta media, al que a duras penas el mundo desarrollado podía ubicar en el mapa.

Pero a esta maravillosa utopía de conservar el petróleo en el subsuelo del Parque Nacional Yasuní, se le atraviesa la crisis económica mundial con sus “indignados” y cientos de miles de desocupados, la quiebra de muchos países más preocupados por invertir recursos en sus propios “salvatajes bancarios” que en una remota propuesta ambiental, y la falta de solidaridad internacional y compromiso con el medio ambiente que caracteriza a gran parte de países ricos.

Sí, las utopías son necesarias, y la del Yasuní nos hizo soñar a la gran mayoría del país. Yo mismo fui partícipe de ese entusiasmo, y desde el Gobierno Provincial de Santo Domingo impulsamos una emotiva campaña de aportes a la voz de ¡Yasunízate! Pero, a pesar de los esfuerzos desplegados a lo largo de seis años por el Gobierno Nacional, sólo se recaudaron trece millones. Y, en el momento que eso sucede, hay un problema de irreversibilidad dramático, ya que proponer el sueño de dejar el petróleo bajo tierra no es lo mismo que plantear que necesitamos extraerlo para avanzar en la construcción de la sociedad del buen vivir.

Nuestro Presidente bien pudo tomar distancia frente a la opción de explotar o no el petróleo del Yasuní, sometiendo a la gente al “trauma” de una Consulta Popular. Y utilizo la palabra “trauma”, para evidenciar lo difícil que sería para los ecuatorianos decidir entre el sueño de proteger al Yasuní, -una propuesta que caló hondo en la conciencia nacional-, y la necesidad de utilizar esos recursos para consolidar los logros de la Revolución Ciudadana.

Por ello felicito y respaldo la valentía y honestidad del Presidente Rafael Correa de enviar a la Asamblea Nacional el pedido para que se declare de interés nacional el aprovechamiento del petróleo del Parque Nacional Yasuní. Porque gobernar es tomar decisiones difíciles y asumirlas en todas sus consecuencias. Y las y los Asambleítas de Alianza País tenemos que estar a la altura de este reto histórico. Primero, tenemos que votar a favor de la declaratoria, y, luego, mantenernos vigilantes para que la afectación al medio ambiente sea la mínima posible y que una cantidad importante de recursos se canalice hacia el cambio de la matriz productiva y energética, con un especial énfasis en el desarrollo de la biotecnología y los biocombustibles. Porque sólo así el ¡Yasunísate! continuará siendo una idea movilizadora, de defensa de los derechos de la naturaleza, pero sin caer en lo que el filósofo español Fernando Sabater llama “ecolatría”, un nuevo dogma que nos condena a la injusticia social y a la pobreza, al poner los derechos del hombre y del ciudadano por detrás de la defensa de la naturaleza. Dogma que hoy, de forma poco creíble y oportunista, lo asumen como propio sectores de oposición de las más diversas tendencias políticas que, en el fondo, sólo tienen en común la obsesión de afectar la credibilidad del nuestro gobierno.

Creo, firmemente, en la necesidad de armonizar el cambio de nuestra matriz energética y productiva con la ecología, pero no podemos renunciar a extraer el petróleo del Yasuní en nombre de una fanática adoración de la naturaleza. Y estamos en la coyuntura apropiada para iniciar un proceso de explotación de Yasuní de forma ordenada, técnica, con alto control social, ya que el país no tiene urgencia de contar con esos recursos, porque como lo dijo el Presidente, estos recién empezarán a ingresar de forma importante en el próximo gobierno.

Por ello estoy convencida que es posible una PLAN C para el Yasuní, con cuatro componentes centrales: a) el uso de la tecnología más avanzada, a fin de reducir al mínimo las afectaciones en el Yasuní (existen en nuestra amazonia ejemplos de buenas prácticas); b) apego estricto a los protocolos internacionales en caso de contacto con los pueblos y nacionalidades en las áreas a ser intervenidas (1 x 1000); c) redoblar nuestros esfuerzos para que los recursos sean manejados con transparencia, honestidad y eficiencia, en beneficio del bienestar de todos los ecuatorianos, d) promover una activa “Participación y Control Social”, para que los puntos a), b) y c) se cumplan.

JOHANNA CEDEÑO Z.

Johanna Cedeño
Asambleísta por Santo Domingo de los Tsáchilas Alianza PAIS

Asambleísta por la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas | Presidenta de la Comisión de Fiscalización y Control Político e Integrante de la Comisión De los Derechos de los Trabajadores y la Seguridad Social | Movimiento Patria Altiva i Soberana

 

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