La Asamblea Nacional
El evento contó con la presencia de estudiantes del sexto curso del colegio María Angélica Hidrovo, especialidad Físico - Matemáticas.
Con esta oportunidad, los asambleístas Paco Moncayo y María Paula Romo, así como el historiador y antropólogo Jorge Núñez, coincidieron en destacar las distintas fases de la vida de Manuela Sáenz como una mujer de pensamiento de avanzada, combatiente, escritora, de alta sensibilidad social, humanista, entre otras virtudes. Actuó en calidad de moderadora la legisladora Gina Godoy.
Ideales de emancipación
Jorge Núñez mencionó que la quiteña Manuela Sáez y la guayaquileña Rosa Campuzano se asomaron a la vida política y participaron tiempo atrás de la independencia, en circunstancias en que la mujer estaba relegada a segundo y tercer planos en la sociedad.
En tertulias patrióticas y círculos de pensamiento, donde las mujeres a la par que conversaban, aparentemente, de cuestiones de la vida cotidiana estaban en la práctica cruzando ideas acerca de los nuevos tiempos, se comenzó a hablar de los derechos humanos, de las ideas liberales y de ese modo fueron abriendo brecha dentro del sistema colonial para la presencia de una nueva acción femenina en estas comunidades, afirmó.
Manuela llegó a poseer una cultura extraordinaria para su época, que hoy mismo sería considerada notable entre el común de las mujeres; hablaba y escribía con soltura y nato estilo, dijo, al resaltar la carta que le remitió a su esposo en que le explicaba las serias diferencias que entre ellos existía debido a las creencias religiosas y porque quería una vida intensa y no apacible o fría, por lo que no se podrían entender como pareja.
Las historias de Manuela tienen que repetirse
Entre tanto, Paco Moncayo Gallegos sostuvo que las historias de Manuela tienen que repetirse para que tenga sentido su existencia, al ponderar que a ella nadie le regaló nada en los grados de la carrera militar, sino que se ganó en base a una tenaz acción en múltiples guerras independentistas como combatiente, atendiendo a los heridos, batiéndose a tiros con el enemigo, lo que le llevó a que Simón Bolívar le ascendiera a coronela, por pedido del mariscal Antonio José de Sucre, más allá de la envidia de Santander y otros.
Sostuvo que también fue una gran estadista para conciliar posiciones respecto de la situación de Guayaquil en
María Paula Romo comentó que hoy vuelve Manuela, aunque simbólicamente, como heroína, generala, libertadora, la compañera que salvó la vida de Simón Bolívar, en más de una ocasión, pero también la mujer humana, rebelde, desobediente, que reniega del convento, vive con el estigma de hija de madre soltera y de ser calificada permanentemente como adúltera por sus enemigos políticos.
Su regreso es un pequeño acto de justicia, tomando en cuenta que tuvo un papel importante en las luchas por la independencia de todo el continente, murió lejos, en Paita el 23 de noviembre de 1856, siendo sepultada en una fosa común, por eso las cenizas que tenemos son un puñado de tierra del lugar en que ella murió, agregó.
Dijo que la vida, luchas e ideas de Manuela tienen que ser reconocidas en el presente y ponerla como una figura equivalente a las de otros próceres de la independencia. Esa recuperación es clave en la construcción de referentes, más aún cuando persisten ciertos estigmas contra las mujeres, pues se nos acusa de que somos sospechosas en los espacios de la política, lo público y el poder, por lo tanto cobra fuerza el valor de esa dama, que sin fijarse en las expectativas que sobre ella tenían la sociedad, la familia, el marido, siempre actuó por principios, combatió por la libertad y la integración Latinoamericana, asumiendo las consecuencias por las cosas prohibidas.
MG/pv
