Recalco la valentía de quienes luchan por un País mejor. Detrás de cada uniforme hay padres, madres, hijos e hijas que son héroes para sus familias y para la sociedad. Su esfuerzo diario nos recuerda que gracias a ellos avanzamos hacia un Ecuador donde vivir con tranquilidad es posible.
Hoy me honra volver a servir como Asambleísta Nacional y me dirijo a ustedes, mis mandantes, con cercanía y compromiso humano: legislar, fiscalizar y cumplir la ley siempre con la mirada puesta en las familias ecuatorianas.
Mi vocación altruista, mi experiencia política y social, y mi profundo amor por el Ecuador me impulsan a trabajar incansablemente por un país más justo, solidario y seguro —el Ecuador que todos merecemos.
Este camino de servicio no es improvisado: es el legado de una vida dedicada a servir con propósito, tender la mano al que más me necesita y construir, desde cada espacio, un mejor futuro para las nuevas generaciones.