UNASUR, un elefante blanco que debe salir de Ecuador

Martes, 17 de septiembre del 2019 - 00:00 Imprimir

Indiscutiblemente, la unión hace la fuerza... y por ello, los procesos de integración regional resultan indispensables para el adecuado desarrollo de nuestros pueblos, pero cuando estos procesos no cumplen con su objetivo, la salida o desvinculación es lo más acertado, más aún cuando su existencia pone en riesgo el desarrollo anhelado.  

La Unión de Naciones Suramericanas se creó con un propósito loable: la integración de 12 países de la región (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela). Y buscaba “… construir, de manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre los pueblos de Suramérica”. Es decir, buscaba que los países latinoamericanos encuentren su camino hacia el desarrollo.

Sin embargo, perdió el norte y se convirtió en un nido burocrático para la reproducción de ideologías fracasadas... se volvió, lamentablemente, en la médula del revanchismo y la desunión. Prácticamente, fue una sede más del mal llamado “socialismo del siglo XXI”, marcada por la inacción y el desacuerdo; desorientada desde el 31 de enero de 2017 y convertida en un símbolo de un sueño fallido.

Han pasado once años desde su creación y no es posible cuantificar los beneficios de dicha integración... no existen y el único resultado tangible del mismo no es más que una edificación enorme, hoy fantasma por su estado de abandono.

En cifras, Ecuador ha gastado millones en UNASUR, primero, volviéndose sede de esta, “invertimos” 43 millones en su edificación, luego, gastamos 400 mil dólares anuales en su mantenimiento... todo, dinero del pueblo ecuatoriano y, ¿dónde están los beneficios de todo ese dinero gastado? ¿Acaso y los países latinoamericanos se han desarrollado a raíz de tal proceso? No.

Paradójicamente, los Estados promotores de esta integración (Venezuela, Argentina, Brasil y Ecuador) estamos en crisis: las limitaciones económicas son evidentes y los escándalos por corrupción son noticia diaria. Vivimos los males del desempleo, el hambre y la miseria.

La región está herida por la crisis humanitaria que existe en Venezuela y el pueblo latinoamericano llora las consecuencias del desplazamiento obligado de los hermanos venezolanos. Lo que ocurre en Venezuela es un crimen y la Unasur no ha sido un canal útil siquiera para discutir este tema.

No critico el proceso de integración regional, todo lo contrario, siempre he sostenido la necesidad imperiosa del mismo, he reconocido la necesidad de encaminarlo correctamente a fin de contribuir con el progreso de los países: la integración es clave para la creación de un futuro comercial y social positivo y sostenible; pero es inadmisible que se haga uso de este anhelo generalizado para imponer en Suramérica, la agenda política de unos pocos, contrariando  los grandes intereses de los suramericanos.

La inmensa mayoría de ciudadanos, buscamos prosperidad y no queremos instituciones plagadas de mentiras que nos pinten un aparente “ideal” que en breve, se convierte en un sainete político.

Y este sentir no solo es el ecuatoriano, lo es también de quienes se han retirado de este proceso malogrado: Colombia, Argentina, Paraguay, Brasil, Chile y Perú. El alejamiento de todas estas naciones muestra claramente que esta integración se disolvió y no ahora, sino hace mucho tiempo.

“Una América integrada ha sido un sueño histórico... una América unida es la llave de nuestro progreso y destino...”, por supuesto, pero para lograrse una integración real entre las naciones de América del Sur se requiere un conocimiento profundo del otro, de su cultura y de su visión de mundo.

No basta con la imposición arbitraria de la visión miope de unos pocos, que resultaron en su mayoría “uñas largas”. Este Pleno debe aprobar la denuncia y consecuente salida del Tratado Constitutivo de la UNASUR, Ecuador no puede seguir siendo parte de un organismo que no produce, que no avanza y que su infraestructura no es sino “un elefante blanco” más que nos dejó la década pasada y aún nos sigue costando.

Si buscamos el verdadero progreso de los pueblos, tenemos que dejar de lado ideologías improductivas y trabajar de forma conjunta y práctica, con resultados tangibles, con acuerdos comerciales e innovación que permita que los ciudadanos sean libres y contribuyan al crecimiento de la región. La única ideología de nuestra América no puede ser otra que la prosperidad.  

Dennis Gustavo Marín Lavayen
Asambleísta por Pichincha Partido Social Cristiano

Asambleísta Nacional | Integrante de la Comisión De Soberanía, Integración, Relaciones Internacionales y Seguridad Integral | Partido Social Cristiano

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