Equidad de género significa que las mujeres y los hombres gozan de condiciones iguales en el ejercicio pleno de sus derechos humanos, en su posibilidad de contribuir al desarrollo nacional político, económico social y cultural y de beneficiarse de sus resultados.
En este sentido, la equidad de género se encaminará principalmente a brindar oportunidades justas a mujeres y hombres, pero a diferencia de la igualdad, serán atendiendo principalmente a la idea de que mujeres y hombres son distintos, por lo que éstas oportunidades serán de acuerdo a las características, contextos y necesidades especificas en donde se encuentren y que posean, desde los diversos ámbitos en los que interactúan, por ejemplo en el ámbito laboral, educativo, de la salud, el económico, cultural y social en general.
Hablar del tema equidad de género implica la participación de todos y todas en la práctica y como una forma de vida, más allá de la cuestión teórica, esto con el fin de poder impactar verdaderamente en la sociedad y propiciar pequeños cambios pero significativos, que impliquen un compromiso de la sociedad que se vea reflejado día a día en la práctica para propiciar una participación equitativa de hombres y mujeres en todos los ámbitos de desarrollo personal y comunitario.
Es necesario abordar no solo la igualdad sino también la equidad entre los géneros así como también la solidaridad para la convivencia, la empatía, la dignidad, el respeto y la libertad, se trata de eliminar el miedo de las mujeres a ser escuchadas y defender sus derechos para poder insertarse de la mejor manera en la sociedad, en el mundo laboral, profesional así como otros aspectos que les han sido negados a lo largo de la historia.
Llegar a la equidad de género, no es tarea fácil, ya que requiere cambios tanto en las prácticas institucionales como en las relaciones sociales que, hoy en día, legitiman y hacen más fuertes y marcadas las disparidades de género. Es por ello que, entre más hagamos uso de la equidad de género en nuestras prácticas, en el lenguaje, en la educación, el ámbito laboral, en la política, es decir mientras más veamos la equidad de género como una forma o un hábito de vida, se propiciarán relaciones más sanas, donde no esté presente la violencia física, psicológica o sexual entre hombres y mujeres.
En los hogares madres y padres comparten la crianza de los hijos nos responsabilizamos de su cuidado y protección. Y en el mundo mujeres y hombres compartimos el éxito, las dignidades y el trabajo responsable.