En el marco del tratamiento de la Ley de Apicultura, presentada por la asambleísta Rosa Belén Mayorga, mantuve una valiosa reunión con representantes del sector apícola, entre ellos Fabián Caiza y miembros de asociaciones nacionales. Esta ley busca regular la actividad apícola en beneficio de quienes la practican, fortaleciendo un sector clave para la soberanía alimentaria, la biodiversidad y la economía rural.
La ley se encuentra en fase de socialización, y uno de los puntos más relevantes es que necesitamos construirla de forma participativa y legítima, junto a quienes están en el territorio produciendo miel, cera y generando polinización. Por eso, planteamos establecer un mapeo de actores y convocar a un foro en territorio, que permita que las asociaciones de apicultores tengan voz activa en el proceso.
Durante la reunión, se expresó la voluntad del sector para aportar con insumos técnicos e incluso con leyes similares que han sido presentadas a nivel internacional. También surgieron inquietudes legítimas: la necesidad de que la ley incluya a los pequeños apicultores, que no genere dependencia de grandes productores, y que no excluya a quienes practican apiterapia. Todas estas preocupaciones deben ser atendidas con apertura y claridad.
Una propuesta relevante es recategorizar a las abejas como especie de ganado productivo, dado su aporte económico en productos como miel, cera y servicios como la polinización. Además, resaltamos la existencia de una carrera de apicultura en Cotopaxi, y la importancia de que el Estado difunda esta opción educativa.
Finalmente, acordamos construir un cronograma de socialización de la ley, que incluya visitas in situ, foros regionales y participación activa en la Asamblea. La apicultura merece una ley que proteja, regule y potencie su labor. Ese es el camino que seguiremos construyendo, con las abejas como símbolo de trabajo colectivo y sostenido.