BASTA de Violencia en las canchas!

Lunes, 26 de noviembre del 2018 - 14:03 Imprimir

Lo ocurrido el fin de semana en Argentina es lamentable, hasta cuando vamos a dejar que violencia gane?.  El fin de semana no se pudo desarrollar una final histórica, la final de la Copa Libertadores e tuvo que ser suspendida por actos de violencia entre los hinchas de Boca Juniors y River Plate.

El 26 de julio del 2018, en el primer debate del proyecto de Ley Orgánica de prevención y sanción de la violencia en el deporte expuse mis ideas y preocupación sobre la violencia en el deporte. Hoy quiero compartir con ustedes extractos de mi intervención.

He reafirmado la importancia del deporte como motor de desarrollo y de igualdad en los pueblos, como estímulo al empoderamiento y al surgimiento de valores como la solidaridad, el respeto, el trabajo en equipo, la responsabilidad, la honestidad, la autoestima y la motivación. Es nuestra responsabilidad como legisladores abordar también un tema poco amable para los deportistas, y es la violencia que puede generarse en los estadios, en los espacios deportivos en general.

Aun cuando todas las actividades deportivas están sometidas a códigos y reglamentos, y también bajo la supervisión de autoridades nacionales e internacionales, los escenarios deportivos se ven afectados con frecuencia por manifestaciones violentas, brutales, antideportivas, que pueden observarse dentro y fuera de los estadios.  Estas no definen a nuestro deporte, pero si lo hieren y  lo ponen en peligro

A continuación, encontraran algunos lamentables hechos a nivel local que sin lugar a duda han manchado los compromisos deportivos.

2007

Perdimos al niño Carlos Cedeño por el impacto de una bengala.

 

2009

David Erazo recibió siete puñaladas mientras iba con sus amigos de la barra rumbo a su casa.

 

2011

Marco Rodríguez falleció luego de que fue brutalmente golpeado.

2012

Christian Calvache, falleció agredido por otro aficionado; en ese mismo año, el policía Jefferson Burgos terminó con lesiones en la cabeza y en el rostro; y, Michael Murillo, falleció por el impacto de una bala en la cabeza.

 

2013

El policía Segundo Lema herido tras ser empujado dentro de una fosa.

 

2014

César Mayorga, asesinado y Jimmy, de 17 años, falleció tras una riña callejera mientras “grafiteaba” sobre un equipo contrario.

 

2015

Édison Lucero, apuñalado luego de una pelea

2016

Vandalismo en un estadio de Guayaquil.

 

2017

Futbolistas agredieron a los árbitros.

Muy relacionado a esto, recordemos que en la década de los 80s fuimos testigos de la violencia que se organizó entre equipos en Inglaterra. Los denominados hooligans. Al principio actuaban de manera espontánea, luego incluso de manera institucionalizada imprimían violencia y barbarie en los partidos de fútbol, con la fuerza de pandillas asociadas a los diferentes equipos. Toda esta situación, y aun cuando se promulgaron fuertes leyes que los reprimían, no se subsanó únicamente con control; tuvo que existir un cambio cultural y de concepción para las rivalidades deportivas, para controlar los niveles de violencia y la perpetración de crímenes en estadios.

El analista Manuel Dammert, tiene un documento muy interesante sobre futbol y violencia en el Ecuador; que entre otros aspectos evidencia la falta de información consolidada en el país que permita tomar medidas eficaces para evitar la violencia dentro y fuera de los recintos. Si bien es cierto existen ciertos datos que dan luces como las intromisiones a las canchas y los delitos que han sido debidamente procesados en la justicia, falta información que permita medir realmente la magnitud del problema.

Existen algunos elementos que cabe decir de manera frontal y sin amilanamientos: se habla de supuestas intervenciones de ciertas dirigencias en las barras bravas y de presuntos infiltrados en los compromisos deportivos. Y esto no puede quedar en el aire, analicemos la posibilidad de incluir la creación de un observatorio de violencia en recintos deportivos, un sistema disponible en línea, actualizado diariamente desde todos los rincones del país. En el que se reporten hechos como los que he descrito.

Considero firmemente que contar con estadísticas nos aportaría de manera técnica para la implementación de políticas públicas focalizadas que eviten violencia y marginen el terror. Los recintos deportivos, por naturaleza, deben ser concebidos con valores de tolerancia, integración, desarrollo e igualdad. 

Ha quedado claro, que los mismos encuentros deportivos, que, entre comillas,” provocan” estos hechos en los estadios y fuera de ellos, son el instrumento para lograr todo lo contrario: que personas o sociedades con riesgo de caer en la violencia aprendan a vivir en paz.

Recordemos que los roles que se asumen en la cancha son los mismos que los jóvenes encuentran en la familia, en su escuela, en su comunidad: el líder, la estrategia, la defensa, el atacante, los obstáculos.

Si logramos que a través del fútbol y de todos los deportes, niños y jóvenes dominen estas competencias de interacción social, estaríamos dotando a ese segmento de herramientas que los protegerían de actuar de manera violenta en su vida en sociedad.

Y aquí aclaro que he hecho referencia al futbol pues es donde se han reportado, al menos en medios de comunicación- la mayoría de los casos de esta naturaleza.

El problema con las barras y la comisión de actos delictivos con el fútbol como trasfondo, no es nuevo ni en Ecuador ni en el mundo. Es necesario emprender campañas nacionales de compromiso social y demandar soluciones de fondo a un problema complejo que sigue dejando víctimas innecesarias.

Soy hincha del mejor equipo de futbol del Ecuador. Soy amarilla como el sol. Desde los 23 años iba a la sur oscura y me consta de la bondad y pasión de gente que hace honor a la camiseta y que dedica su tiempo a alentar sanamente a los jugadores en un partido. Pero también me consta que existen personajes perfectamente identificados que no deben ser confundidos en la barra.  

De acuerdo y suscribo plenamente con intensificar las medidas de seguridad en el ingreso. La planificación de los eventos en razón de una adecuada gestión de riesgos, también de presentar planes de evacuación y seguridad.

Creo que coincidimos en que una ley no cambia de la noche a la mañana la concepción cultural que tengamos sobre A o B problema. Es un paso sí, es una herramienta por supuesto. No obstante, necesitamos personal capacitado en control y manejo de masas; demandemos programas sociales y culturales de “estadios seguros” que entiendan las raíces de la agresividad y que enseñen a los hinchas a vivir las pasiones y el fervor en paz, que enarbolen la lucha con prevención y no con represión.

 

 

 

 

 

 

María Mercedes Cuesta
Asambleísta Nacional Independientes

Asambleísta Nacional | Integrante de la Comisión Del Desarrollo Económico, Productivo y la Microempresa | 

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