Escribo estas líneas luego de mirar el último reporte del Comité de Operaciones de Emergencia Nacional. 426 casos confirmados de Covid_19 en Ecuador al 20 de marzo de 2020; cifra que supera la proyección de crecimiento de la pandemia para nuestro país, y que promete para este lunes, la escalofriante cifra de 3930 casos.
Y es que según se ha ido expandiendo la pandemia en la región, las autoridades han reaccionado con declaratorias de estados de emergencia y medidas sanitarias. Los intentos para detener y demorar los contagios van desde el aislamiento obligatorio hasta el cierre total de las fronteras. En el caso ecuatoriano, las primeras medidas de peso se tomaron el 12 de marzo de 2020 en la capital y se resolvió la suspensión de las clases en los establecimientos educativos; de eventos y reuniones públicas; desinfección de las unidades de transporte público municipal y hasta ese momento un horario de entrada diferenciado para los trabajadores municipales. Posteriormente, las medidas han incrementado; estamos en estado de excepción, y hoy tenemos toque de queda en la noche dispuesto por el gobierno nacional y cuarentena para todo el territorio ecuatoriano; paralización general de actividades, con excepciones en salud, alimentos y servicios básicos, y cierre de fronteras, para que la población evite movilizarse y se detenga el contagio.
No obstante, a pesar del temor generalizado por el aumento de contagiados con Covid_19 en Ecuador, lamento decir, que en mi querido Guayaquil aún hoy escucho de ciudadanos que juegan pelota en la calle, niños que andan en bicicleta en los conjuntos, personas de la tercera edad que salen “a tomar el fresco” a las bancas de la calle, fiestas intervenidas en pleno toque de queda, y gente que se dirige a la playa por la temporada. Parece que existen ecuatorianos que no se han enterado del mayor hecho social en el mundo moderno, con consecuencias económicas y sociales incalculables. Gente que no ha comprendido que no estamos de vacaciones y que nuestro personal sanitario se enfrenta todos los días a una guerra sin parangón.
Dicho esto, puedo llegar a la conclusión que aún cuando lavarse las manos representa la medida más eficaz dentro del protocolo de prevención del Covid_19, nada funciona sin cambios de paradigmas individualistas y de patrones de desorden cultural que lamentablemente nos invaden en Ecuador. La onda del más vivo, del que nunca se enferma, del que sabe cómo manejar todo.
Que las tragedias que hoy se viven en Italia y España, así como el manejo de crisis demostrado en China, inspiren a los ecuatorianos a generar cambios culturales en nuestras casas, familias y comunidad. Que el sentimiento de solidaridad por nuestros abuelitos y grupos vulnerables -los más expuestos a la mortalidad-, nos lleve a acatar las instrucciones y a ayudar desde nuestro propio terreno a detener la propagación del mayor acontecimiento mundial que ha visto nuestra generación. #QuédateEnCasa.
Asambleísta Nacional | Integrante de la Comisión Del Desarrollo Económico, Productivo y la Microempresa |
