Ecuador es parte de una crisis sanitaria mundial provocada por el Covid-19. Una situación excepcional que de golpe nos ha hecho comprender que el mundo puede sufrir al unísono, sin importar fronteras, poniendo a prueba la supervivencia de las familias, la comunidad, las ciudades. Una enfermedad perversa que nos amenaza a todos por igual, sin distinción de apellidos, acentos, razas, género u origen; porque desde Guayaquil, Ecuador, me reporto con la misma vulnerabilidad que países del primer mundo.
Creo en la humanidad; y tengo fe en que los ecuatorianos seremos capaces de extraer enseñanzas de esta experiencia. Los políticos -y en mi rol de legisladora debo incluirme- tendremos que reflexionar sobre las debilidades de un sistema y del otro en momentos de crisis; sobre la posibilidad futura de más emergencias sanitarias y también sobre el catálogo de problemas no resueltos ya identificados en la Agenda 2030. Sobre la urgencia de un sistema de salud equipado y políticas públicas de prevención, que permitan a nuestros héroes de batas blancas, actuar con serenidad y seguridad laboral.
A la fecha, los ciudadanos somos capaces de anotar en nuestro “haber” algunas lecciones. Me refiero a la falta de solidaridad y empatía; a la desobediencia ciudadana en momentos que demandan disciplina, y la importancia de escoger información de calidad en un océanos de noticias falsas. Ahora mismo pienso en la labor de mis compañeros periodistas. En la forma que yo me hubiera desempeñado, si estuviera con ellos reportando lo que considero el hecho social de mayor relevancia que el mundo moderno. Veo con alegría el rigor en sus notas, la interacción con los tuiteros y su sagacidad en condiciones adversas. A ellos, mi cariño y reconocimiento.
Es momento y los invito a pensar en los demás. Me invito a mi misma porque no siempre lo hago. Porque aunque nos consideremos fuertes y capaces de enfrentar al Covid_19, habrá, para quienes el contagio se convierta en su sentencia final.
Para ello, identifiquemos errores en nuestra conducta -por ejemplo si hemos roto la cuarentena, burlado las medidas o transmitido fake news en los chats de WhatsApp-. Hoy es nuestro deber acatar las instrucciones de prevención y mantenernos firmes en nuestros valores, ánimo y civismo. Dejemos trabajar; ya habrá tiempo para que la fiscalización revise las acciones del Gobierno y se determinen responsabilidades, aciertos y negligencias.
Las crisis también representan oportunidades de crecimiento. Hoy hay un enemigo en común, se llama Covid_19 y le estamos haciendo frente-; hagámoslo con solidaridad. #QuédateEnCasa.
Fotografia: El Oriente
Asambleísta Nacional | Integrante de la Comisión Del Desarrollo Económico, Productivo y la Microempresa |
