Un tejido social descompuesto.

Viernes, 06 de mayo del 2022 - 11:50 Imprimir

Las últimas semanas han sido muy tristes para el país. Los medios de comunicación nos han informado acerca de actos atroces, cometidos a la luz del día y a vista y paciencia de todos. Imágenes que nos llenan de estupor son el reflejo de una sociedad descompuesta, donde la violencia va ganando espacio.

Desde hace algunos meses advertíamos sobre la debilidad del Estado frente a esta situación. Pero debemos tomar en cuenta varios aspectos que nos permitirán definir e implementar una solución integran a la actual crisis de inseguridad. Uno de ellos es la descomposición de nuestro tejido social.

Este concepto es vital para entender la vida en sociedad. Es un elemento fundamental para garantizar la gobernabilidad y el bienestar de los habitantes de una entidad política. Refleja el grado de pertenencia, solidaridad y cohesión existentes en un grupo de individuos, y permite a la sociedad canalizar respuestas a sus necesidades, sea a través de su propia gestión o exigiendo acciones concretas al Estado.

Y para tener un tejido social sólido, la confianza interpersonal es fundamental.

De acuerdo con el último estudio del Latin American Public Opinion Project, realizado por la Universidad de Vanderbilt, la confianza interpersonal en el Ecuador registra sus niveles más bajos desde el año 2004. Es la primera vez que más del 50% de los ecuatorianos desconfía de la gente de su entorno inmediato, evidenciando que el tejido social en nuestro país está atravesando una severa crisis. A las autoridades se les acaba el tiempo para tomar decisiones encaminadas a la búsqueda del bien común. El país no aguanta más desidia ni la normalización de la violencia.

Un tejido social en este estado dificulta la implementación de políticas públicas en las cuales los individuos adoptan un rol activo para encontrar soluciones a los problemas del país.

Por ejemplo, en materia de seguridad, dificulta el desarrollo de programas en los cuales la gente participa directamente en la ocupación del espacio público o en la activación de alertas tempranas que permitan actuar a las fuerzas de seguridad.

Una sociedad en la que impera un tejido social fuerte se caracteriza por la seguridad, la paz y la armonía que se vive en ella. Por el contrario, su debilitamiento da pauta a la formación de nuevos problemas sociales que obstaculizan el desarrollo individual y colectivo.

Si no se recompone el tejido social, las acciones en contra de la inseguridad que se centran en la aplicación de la capacidad coercitiva del Estado no tendrán eficacia a largo plazo. Si la confianza, la solidaridad y la cohesión no se reestablecen, la ciudadanía no podrá reestablecer sus relaciones de cooperación.

La tarea es durísima, pero es necesario apelar a todo nuestro esfuerzo y creatividad para reconstituir nuestro tejido social. Ya lo decía Albert Einstein, “En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”.

 

Marjorie Chávez
Asambleísta por Pichincha Partido Social Cristiano

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