Las dos últimas semanas han sido muy tensas para el país
El paro nacional ha tenido efectos nocivos para el Ecuador. Por un lado, las pérdidas económicas han ascendido a 500 millones de dólares, afectando al pequeño, mediano y gran empresario.
Es una falacia el afirmar que solo los exportadores de flores o grandes haciendas son los más afectados por la paralización.
Hemos visto como la violencia contra tiendas, taxis y kioskos han golpeado la economía de quienes viven del día a día. A ellos, la paralización los golpea más, ya que no disponen de recursos suficientes para amortizar las pérdidas.
Por otro lado, se ha hecho evidente la pobre gestión política del gobierno y la falta de voluntad política de la CONAIE.
Tuvo que pasar un paro nacional para que el ejecutivo preste atención a algunas demandas elementales de la ciudadanía, y el movimiento indígena da señales de entender a la política como un sinónimo de necedad e imposición.
Así se le hace muy difícil al país superar una crisis que nos golpea a todos.
Para algunos actores políticos, la solución a la situación actual pasa por la destitución del presidente de la República y el llamado a elecciones anticipadas. ¿En qué resuelve eso los problemas más apremiantes para el país? ¿cómo la interrupción del mandato permite mejorar los indicadores de inequidad, o aumenta el acceso a la educación?
La institucionalidad de un país es uno de los elementos más importantes para la convivencia. Permite disponer de reglas claras y reducir las asimetrías de información para tomar decisiones. Afectarlas genera incertidumbre, afectando a actores económicos, políticos y sociales.
No es momento de afectar la institucionalidad del país. Hacerlo no demuestra más que oportunismo para alcanzar el poder en un tiempo menor al estipulado en la propia constitución y la ley.
Quienes ahora piden la salida del presidente Lasso y no la rectificación de sus errores no contribuyen a solucionar la delicada situación del Ecuador. Mas bien, la agravan.
La inestabilidad política ahuyenta la inversión y aumenta la desconfianza. Necesitamos dar muestras de madurez política y compromiso por reconstruir nuestro tejido social.
Hay que exigir rectificaciones al gobierno las veces que sean necesarias, pero dentro del marco de nuestra institucionalidad democrática. Para eso el control político ejercido desde la Asamblea Nacional cumple un papel fundamental, y es necesario que continue.
La democracia se construye junto a quien piensa distinto a nosotros, respetando la constitución, la ley y nuestra institucionalidad. Ese es el camino para superar la crisis actual.
