Democracias débiles.

Viernes, 16 de diciembre del 2022 - 16:17 Imprimir

Democracias débiles.

 

A raíz de la pandemia del Covid 19, algunos estudiosos de la democracia afirmaron que ésta había entrado en cuarentena, debido a las limitaciones de ciertas libertades y la adaptación de los sistemas políticos a la realidad que impuso la emergencia sanitaria.

 

Sin embargo, y una vez que en la mayor parte del mundo se han superado las restricciones impuestas entre 2020 y 2021, América Latina fue testigo, una vez más, de un Golpe de Estado.

 

Esta práctica fue muy común en la segunda mitad del siglo pasado, y creíamos que una vez llegada la tercera ola democrática tendríamos, por fin, instituciones sólidas, donde el conflicto político se resuelva en el marco de la constitución y sin los fantasmas de los gobiernos de excepción o el totalitarismo.

 

Pero la absurda decisión del ex - presidente peruano, Pedro Castillo, deja en evidencia que aún queda un largo trecho por resolver nuestras diferencias en el marco de la institucionalidad democrática.

 

Una vez más, las Fuerzas Armadas tuvieron que pronunciarse a favor del orden constitucional para dejar sin efecto un autogolpe que hizo rememorar lo actuado por Alberto Fujimori en 1992.

 

Pero este evento solo es el clímax de una continua crisis política que atraviesa nuestro país vecino desde al menos 10 años. Las continuas acusaciones de corrupción a la clase política, las solicitudes de vacancia a 3 ex - presidentes y la disolución del parlamento en el año 2019 reflejan una débil institucionalidad, que requiere una reforma urgente para dar paso al fortalecimiento de la confianza en los órganos del poder público y la democracia.

De cierta forma, y con sus obvias particularidades, el Ecuador vivió esto entre 1996 y 2007. Sin embargo, la reforma institucional del Ecuador no tuvo como norte hacer a las instituciones fuertes, y mantuvo a un viejo vicio de las democracias latinoamericanas: el personalismo. Este derivó en un régimen híbrido, caracterizado por un autoritarismo competitivo.

 

Afortunadamente, el Golpe de Estado no prosperó en el hermano país. Pero esto no debe conformarnos a todos quienes creemos en la democracia y actuamos para fortalecerla. Si las instituciones del Estado no trabajan por mejorar las condiciones de vida de la gente, la desafección con las instituciones es inminente, lo que se traducirá en inestabilidad política.

 

Lo sucedido en Perú es un aviso para toda la región. Cualquier intento por revertir la institucionalidad democrática debe ser rechazado enérgicamente, independientemente de la postura política o las simpatías partidistas.

 

Y si bien las reformas son importantes, y deben adaptarse a las dinámicas políticas, sociales, económicas y tecnológicas que hoy vivimos, debemos cuidar que éstas den paso a intentos autoritarios o constituciones construidas como traje a la medida del caudillo de turno.

 

No olvidemos que para que la democracia se consolide, no basta con el diseño institucional o el funcionamiento de un tipo de régimen. Es necesario la normalización de la democracia como un valor de la sociedad.

 

 

 

Marjorie Chávez
Asambleísta por Pichincha Partido Social Cristiano

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