El papar nos enseñó mucho más que el amor por el deporte y el ciclismo… Recuerdo que cuando era pequeño mis abuelos discutían sobre si era más importante ser grandes deportistas o grandes estudiantes. Al final coincidían que lo verdaderamente importante era ser grandes personas. El papar nos enseñó mucho más que el amor por el deporte y el ciclismo, él nos enseñó el amor por la vida, a disfrutar cada momento, a ser humildes, a decir las cosas de frente… Nos enseñó a tener siempre una sonrisa y reír a carcajadas (como solo él lo sabía hacer), a bailar, a gozar… Nos enseñó el amor por descubrir nuevas cosas, nuevos lugares y rincones, por viajar mucho pero nunca olvidar nuestras raíces… “no hay nada como mi Ecuador”: nos enseñó a amar nuestro país, nuestra casa, nuestra familia. “Todo es posible si la familia está unida” decía.
Cuánto daría por tenerle un segundo más en frente para decirle cuánto le amo y para agradecerle por todas sus enseñanzas. Gracias a mi abuelo mi padre fue ciclista y nos representó a todos en grandes competencias, la más importante: los juegos olímpicos en Moscú en el año 1980. Si, gracias a mi abuelo porque él fue un gran ciclista en su juventud; en su velorio pude conocer a muchos de sus compañeros, entre ellos José Mateus con quien viajó a competir en los juegos panamericanos en Chicago en 1959. Mi abuelo junto al Ñato Recalde y otros ciclistas de la época fueron los promotores de la construcción del
velódromo en Quito. ¡El Papar fue un gran campeón!
Desde que tengo memoria nos inculcó el amor por el deporte, por el esfuerzo, el sacrificio, la disciplina. Tuve el privilegio de tenerle junto a mí durante días y semanas enteras cuando me acompañaba a competir dentro y fuera del país. Gracias a mi abuelo, no solo yo, sino que mis hermanos son grandes deportistas; se dedican al bicicross y han obtenido grandes títulos a nivel mundial. “Uno compite para ser el mejor, para quedar primero…” Ese pensamiento estuvo presente en cada pedalazo, en cada competencia, en cada reto. A nosotros, el ciclismo nos une, nos hace familia; lo llevamos en la sangre. Gracias a mi abuelo los PALACIOS somos personas de principios y valores, gracias a él amamos la vida.
El papar nos enseñó mucho más que el amor por el deporte y el ciclismo… nos dejó una gran enseñanza: que la vida es justamente como una carrera de bicicletas, tiene una salida y una meta, hay momentos buenos que se los debe festejar siempre con humildad, y momentos malos que se los debe afrontar con valentía y decisión, sonriente y positivo. Hay múltiples obstáculos que se presentan, saltos que dan miedo, competidores que te quieren vencer. Pero siempre hay un equipo (familia y amigos) que estarán ahí para apoyarte y pedalear junto a ti. Así como uno disfruta montar la bicicleta, uno debe disfrutar
cada segundo de vida.
Mi abuelo, ese gran ciclista y gran ser humano tuvo su último embalaje hacia la meta… Llegó con los brazos en alto. Ahora pedalea desde el cielo.
El último día del padre
Asambleísta por la provincia de Pichincha | Integrante de la Comisión Del Derecho a la Salud | Alianza SUMA
