Estimado lector, la presente nota tiene como fin alertar a la Comunidad Internacional, que en pleno siglo XXI la República del Ecuador ha condenado a un preso político sin pruebas ni fundamentos jurídicos, en un gesto de iracunda venganza – puesto que no existe otra palabra para describir los hechos acontecidos - por parte del Estado Ecuatoriano, que ha obligado al Vicepresidente Jorge Glass Espinel a recurrir a una huelga de hambre, poniendo en riesgo su propia vida e integnidad física y psicológica, a fin de oponerse a una clara violación a los derechos humanos promovida por un aparataje estatal que simplemente mira hacia otro lado.
Esto nos impone debatir sobre el "Derecho a la Vida" versus la aplicabilidad de los derechos humanos, que se debe juzgar más bien en torno al "deber para con la vida", ya que es del todo evidente la indivisibilidad de los derechos y los deberes humanos, sin que coexista una simetría entre deber y derecho, cuando tal simetría debería darse entre libertad y derecho estricto. Precisamente, entre éstos existe la intermediación del deber moral de un hombre que clama por jusiticía.
El deber sería un terreno de conflicto entre la libertad que despliega las potencialidades del hombre y el derecho que se le niega o se le limita. El caso del Vicepresidente es un claro ejemplo de un posibilitador de una libertad solidaria, de una libertad común, enfrentado a la ruptura de un Estado de Derecho: eso lo convierte en un preso político. Si consideramos “nuestra libertad ligada a la libertad de los otros" (Meyer-Bisch, 1987). En la tríada "libertad-deber-derecho" el deber moral vivifica el derecho y orienta la libertad. No es ya más un terreno de conflicto, sino de armonización, o bien, como dice el filósofo español Agustín Domingo, siguiendo a Taylor, se trata de un horizonte "donde desaparece el ciudadano como individuo, átomo social o sujeto abstracto o desenraizado y emerge el ciudadano como persona o presencia comunicada que compartiendo fines y metas hace valioso el mundo porque lo construye en clave de corresponsabilidad, esto es, de responsabilidad compartida" (Domingo, 2011, p. 17).
De esta forma, en relación al derecho a la vida, desde una óptica libertaria y solidaria, como bien señala Henri Bergson: "Mi ser no se siente obligado sino si es libre y cada obligación, tomada aparte, implica la libertad" (Oeuvres, 1959). Por esto, la huelga de hambre del Vicepresidente merece ser analizada desde el punto de vista del "derecho a", pero preferentemente del "deber de promover al otro”, un ejemplo de convición coronando esta armonización de derechos y deberes, que nos invoca a clamar justicia. Sin perjuicio del análisis que se quiera realizar sobre la huelga de hambre, este no puede dejar de considerar, abstraerse o separar la libertad del individuo de su deber para con la vida. Tampoco se puede pretender que exista un valor preponderante sobre el otro, y menos aún entregar su titularidad a un tercero y la corresponsabilidad del Estado con este inefable hecho, lo que abre el debate y el desafío de construir un marco armónico para la libertad y el deber para con la vida, ambos emanados de la esencia misma de la persona humana y los derechos humanos, hoy vilmente violados a un ser humano, ante la complicidad de un Estado, que ha roto de manera flagrante su instucionalidad y, con ello, el propio Estado de Derecho…
Integrante de la Comisión De la Biodiversidad y Recursos Naturales Visita mi Perfil
