Bullying homofóbico en los centros educativos, ¿por qué no hablar de esto?

Miércoles, 07 de agosto del 2013 - 10:12 Imprimir

bullyingAmig@s:
El pasado viernes 21 de junio asistí a una charla organizada por el Plan Diversidad. Frente a un auditorio de amigos, conocidos, activistas por los derechos de igualdad, realicé esta ponencia. Hoy, en la semana en la que celebramos el Día del Orgullo (28 de junio), me parece pertinente compartir lo que se dijo en mi ponencia y crear un espacio para hablar de las cosas de las que normalmente todos esquivan hablar. Como siempre quedo a la espera de su debate, de sus comentarios.
La violencia no es sino una expresión del miedo, lo dijo Arturo Graf (1848-1913), un escritor y poeta italiano, y la historia de las luchas por una mayor comprensión de los derechos humanos,  agregó, miedo a la diferencia, a lo distinto, a lo que no conocemos. Sin embargo lo que puede resultar más violento es la normalización de la violencia misma, pese a lo cual, todavía existen formas de violencia que por sus características causan más alarma social que otras. Este es el caso del denominado bullying escolar o acoso o intimidación en los centros educativos. El Estado constitucional de derechos que la Constitución del 2008 determina, empieza por el reconocimiento de la existencia de formas de violencia que nos dañan como sociedad y que empieza desde edades tempranas. Por eso es importante que las autoridades hablemos del bullying, del acoso, de la intimidación en el ámbito escolar, a causa de la homofobia o por discriminación en razón del género. En un artículo de diario el Telégrafo de 20 de diciembre de 2012 podemos leer: “Un 62% de niños sufre de bullying en Latinoamérica. De acuerdo con un estudio sobre violencia entre estudiantes en América Latina, realizado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Ecuador se encuentra en el puesto No. 7 de un total de 16 países de la región, respecto al porcentaje de estudiantes de sexto grado de primaria que declara haber sido víctimas de robo, insultos o golpes en su escuela.” Más atrás de acuerdo a diario la hora, de 14 de marzo de 2011,  “Una encuesta realizada por el Observatorio de los Derechos de la Niñez y Adolescencia (ODNA) reveló que el acoso escolar o ‘bullying’ es un problema grave en escuelas y colegios, especialmente en establecimientos públicos. En el estudio se destaca que los casos de menores que destruyen las cosas de sus compañeros suman el 58% en centros públicos y 50% en los privados. También se confirmó que 62% de casos de acoso físico, es decir de jóvenes y niños que golpean y molestan a los que son diferentes se dan en instituciones públicas y 59% están en las privadas. Las estadísticas nacionales también señalan que 71% de estos abusos son reportados por los más pequeños.” De acuerdo a una investigación de noviembre de 2011, realizado por la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de la ciudad de Quito, en que se cita datos de INFA y DNI del 2008 en Ecuador podría establecerse tentativamente que habría más de un millón de escolares sufriendo acoso. Y así, podemos retroceder aún más y seguramente encontraremos más cifras y datos que nos hablarán de la existencia constante y creciente del acoso y la intimidación en los centros educativos. Lo cierto en todo caso es que no es un fenómeno nuevo y existe en todos los centros educativos, pues vivimos en una sociedad excluyente. Muchos de los que ya somos mayores recordamos cuánto molestaban, hostigaban e intimidaban permanentemente  a  algún compañero o compañera por su físico, por tener rasgos que denominamos afeminados, por su retraimiento, por mostrar dificultades en sus habilidades sociales, por raramente lograr defenderse a sí mismo, entre otras. La magnitud del problema sigue siendo objeto de estudio y vamos descubriendo nuevas aristas. En el  Estudio Mundial del 2011 sobre la Violencia contra los Niños (Estudio Mundial), realizado por  UNICEF y Plan Internacional se establece que “la discriminación es el trasfondo del acoso escolar entre pares, expresando homofobia y xenofobia en distintas variantes. Como resulta obvio, las actitudes discriminatorias de los niños, niñas y adolescentes provienen de imitaciones y aprendizajes del mundo adulto en el cual se desenvuelven y que puede estar provisto de abusos de poder y situaciones de desigualdad.” En la misma investigación se cita resultados de estudios realizados en México y que bien pueden hacernos pensar en nuestra realidad. El 54% de los alumnos no quiere tener como compañero a un enfermo de sida. El 52.8% no quiere varones “afeminados” en su salón. •El 51.1% prefiere no tener un compañero con discapacidad. •El 47.7% no quiere indígenas en su salón. Según el mismo estudio los resultados sobre las graves consecuencias de la discriminación son los siguientes: •El 45.2% de las alumnas cree que su vida ha sido un fracaso tras sufrir discriminación; 35.7% de los hombres piensa lo mismo. •El 30.5% de las mujeres dice que ha pensado que vale más morir; 19% de los hombres siente lo mismo tras ser segregado. •El 16.8% de las mujeres ha pensado en quitarse la vida; 8.5% de los hombres quiere hacer lo mismo. •El 42.6% de las mujeres siente que tras ser discriminada no vale la pena vivir; 28.7% de hombres siente lo mismo. De acuerdo al estudio de UNICEF en una encuesta realizada en España, Italia, Portugal, Holanda, Bélgica, Alemania y el Reino Unido el 50% de los alumnos de colegios europeos discrimina a sus compañeros de clase por su orientación sexual. Los porcentajes de discriminación que resultaron de la encuesta son los siguientes: •Por diferencias en el aspecto físico: 39% •Por discapacidades: 34% •Por ropa: 30% •Por color de la piel: 30% Recordemos que en Holanda desde el 2000-2001, Bélgica, desde el 2003, en España desde el 2005, en Portugal desde el 2010, se puede realizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, en Alemania existe una figura de unión civil entre personas del mismo sexo, parecida al matrimonio,  sin embargo como cité en estos países se mantiene una alta incidencia de discriminación por orientación sexual, en los centros educativos. Y es que como cité anteriormente refiriéndome al estudio de Unicef, los comportamientos discriminatorios se transmiten de una generación a otra, y por lo tanto los comportamientos violentos trascienden  de adultas y adultos a niñas y niños, en una herencia social  que nos ata pero que debemos rechazar. Los cambios culturales son más lentos de lo que quisiéramos, pero deben darse y a eso debemos contribuir. Siendo el acoso o intimidación entre pares en los centro educativos, una expresión de discriminación, debemos conceptualizarlo como tal, discriminación por diversas razones entre otras por la orientación sexual.  Es un comportamiento agresivo o el acto intencional de hacer daño a algún/a otro/a, pero no cualquier agresión sino aquella  que se lleva a cabo de forma constante durante un período de tiempo y en el cual existe una relación interpersonal caracterizada por una asimetría de poder. El hostigamiento tiene que ser permanente en el tiempo y como tal pueden utilizarse diversos medios para ejercerse, desde la agresión física hasta mensajes utilizando el celular o los correos electrónicos. Esta clase de violencia es producto de un tipo de relaciones, donde a una  persona se le marca por la ausencia de una característica o condición esperada, por ejemplo una posición económica, o la presencia de otra que no es socialmente valorada, por ejemplo la homosexualidad. Una vez que una víctima ha sido elegida, cualquier característica puede ser utilizada para hacer operar el acoso. Es un problema social que afecta directa o indirectamente a la víctima, victimario, padres de ambos niños o niñas, compañeras y compañeros de escuela, profesores y profesoras, autoridades, pero que todavía lo ocultamos tras una serie de mitos como que forma parte del crecimiento y ayuda a fortalecer la personalidad, o que a comportamientos violentos la respuesta debe ser también violenta, o simplemente que no es un problema en el que debemos intervenir pues los niños y niñas deben resolverlo solos. Incluso hay quienes pueden atribuir estos comportamientos a causas que no están científicamente probadas: "sólo los niños/as que asisten a escuelas/clases numerosas sufren de intimidación", "el bullying es propio de colegios pobres"; "la competencia por las notas es una de los causantes de la intimidación"; "algo debe estar haciendo para que lo/la  molesten". "Quizás se lo merece". Todas son creencias que la investigación ha desechado oportunamente. Si concordamos que la discriminación es una conducta aprendida, parte de una cultura que debe cambiar, coincidiremos también en que  el problema no está solo en los centros educativos, sino en la sociedad entera, ni se soluciona con leyes, aunque sí debe ser tratado también en estos centros educativos y sí debe ser recogido en nuestra legislación. En Colombia, el 15 de marzo de 2013, entró en vigencia la ley 1620, para la convivencia escolar por la cual se crea el sistema nacional de convivencia escolar y formación para el ejercicio de los derechos humanos, la educación para la sexualidad y la prevención y mitigación de la violencia escolar, con esta ley el gobierno colombiano intenta frenar el llamado matoneo escolar.  Hay quienes dirán por qué no existe una ley igual en el Ecuador, y es que sí existe. La Ley Orgánica de Educación intercultural, inspirada en nuestra constitución, se encuentra vigente desde el 31 de marzo de 2011 en que fue publicada en  Registro Oficial Suplemento 417 y establece que la educación tiene como finalidad  El desarrollo pleno de la personalidad de las y los estudiantes, que contribuya a lograr el conocimiento y ejercicio de sus derechos, el cumplimiento de sus obligaciones, el desarrollo de una cultura de paz entre los pueblos y de no violencia entre las personas, y una convivencia social intercultural, plurinacional, democrática y solidaria.  La protección y el apoyo a las y los estudiantes en casos de violencia, maltrato, explotación sexual y de cualquier tipo de abuso; el fomento de sus capacidades, derechos y mecanismos de denuncia y exigibilidad; el combate contra la negligencia que permita o provoque tales situaciones (Art.- 3) De acuerdo al Art. 134 de la mencionada ley, “la Junta Distrital de Resolución de Conflictos está en la obligación de aplicar las acciones educativas disciplinarias para las y los estudiantes, dependiendo del caso, tal como a continuación se enuncian: Son faltas de las y los estudiantes: b) Alterar la paz, la convivencia armónica e irrespetar los Códigos de Convivencia de los Centros Educativos; c) Cometer actos de violencia de hecho o de palabra contra cualquier miembro de la comunidad educativa, autoridades, ciudadanos y colectivos sociales; Según la gravedad de las faltas cometidas por las y los estudiantes, éstas serán leves, graves y muy graves y las acciones educativas disciplinarias podrán ser las siguientes: a) Amonestación de la autoridad competente; b) Suspensión temporal de su asistencia a la institución; y, c) Separación definitiva de la Institución, lo conllevará que al estudiante se lo reubique en otra institución educativa. Los procesos disciplinarios se instauran, de oficio o a petición de parte, a aquellos estudiantes que hayan incurrido en las faltas tipificadas por la presente Ley y la normativa interna de la Institución. En caso de grave conmoción interna del establecimiento educativo el estudiante podrá ser suspendido hasta que termine la investigación.” Coincidiremos que antes que castigar debemos prevenir por eso la Ley Orgánica de Educación intercultural establece como obligación de los y las estudiantes Art. h. Respetar y cumplir los códigos de convivencia armónica y promover la resolución pacífica de los conflictos;(Art. 8) Sin embargo, considero que el mayor esfuerzo está en los cambios culturales, en que las leyes son uno de los instrumentos. Las familias como espacios primeros de socialización deben ser acogientes e  inclusivas. Los adultos y adultas debemos educar a nuestros hijos e hijas como seres humanos respetuosos y agentes activos de una cultura de paz pero a la vez luchadores incansables por la igualdad. Para concluir debo comentar que recientemente se ha hablado mucho de la ley de comunicación pero no de toda, pues en ella uno de los elementos más fuertes es la necesidad de que los medios no difundan estereotipos ni relativicen la violencia por medio de una programación en que la discriminación, por ejemplo, sea objeto de chistes. Y es que la responsabilidad de construir generaciones de ciudadanos y ciudadanas no violentos y no discriminantes es de todas y todos. Reitero el bullying, el maltrato entre jóvenes, el acoso, la burla permanente que atenta contra la autoestima, es una réplica que hacen los chicos del mundo adulto; es decir, lo que hacen los padres, madres, maestros, maestras, tenemos entonces que cambiar ese mundo adulto.

Gina Godoy Andrade
Asambleísta por Guayas Alianza PAIS

Gina Godoy Andrade, Asambleísta por el Guayas. Distrito 1 Feminista, luchadora permanente por la igualdad de género, la niñez y la adolescencia Asambleísta desde 2009. Integrante de la Comisión de Justicia y Estructura del Estado.

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