La asambleísta Marisol Peñafiel, representante de la provincia de Imbabura, consideró que es necesario cerrar la herida y pasar la página respecto del 30S, pero conociendo toda la verdad de los hechos, más aún cuando ello constituye una demanda de la sociedad ecuatoriana.
Señaló que la justicia está todavía en deuda en cuanto a la determinación de los autores intelectuales del intento de golpe de Estado y la responsabilidad de ciertos actores políticos, tras reconocer que es positivo que se haya retomado el asunto, ya que existen nuevos procesos judiciales, nuevos instrumentos probatorios que pueden permitir resolver definitivamente el caso.
La historia no debe olvidar que hubo una intentona golpista, la cual, gracias a la voluntad del pueblo ecuatoriano y a la comunidad internacional, no se perpetuó, dijo, al lamentar la falta de esclarecimiento de la toma brutal de las instalaciones de la Asamblea Nacional, donde se agredió e irrespetó la integridad física de los parlamentarios de gobierno y la seguridad de la ciudadanía, evidenciando que un sector de la oposición en conjunto con la Policía y miembros externos de la institución daban disposiciones y controlaban al Legislativo.
De acuerdo con el desarrollo de las acciones en la Asamblea, el Regimiento Quito, el Hospital de la Policía y otros espacios, se reveló que no eran actos improvisados, sino que respondían a una planificación, aseguró.
En todo caso, quedan algunas lecciones del 30S: un pueblo maduro que se apropia de su proceso social, que salía a defender un proceso democrático y legitimar la defensa de un gobierno; la ciudadanización del quehacer de la política; un gobierno, un poder Ejecutivo que logra sintonizarse con la ciudadanía y esa ciudadanía responde en defensa a sus derechos y responde a un líder –Rafael Correa- con quien cree que las cosas han cambiado y mejorado su condición de vida, tomando en cuenta que la población veía como normal tener siete presidentes en 10 años, agregó.
También está la lección de que ciertos sectores opositores se recomponen y reagrupan de acuerdo con sus intereses, tratando de recuperar sus privilegios. El 30 de septiembre representa el triunfo del pueblo en las calles y la consolidación de la democracia, pero además hubo muerte y sangre derramada por las ambiciones y pretensiones de un grupo, sostuvo.