El 94,5% de la tierra en el país es de propiedad privada, el 4,9% son de carácter comunal y tan sólo el 0.6% está en manos estatales, lo que se traduce en el poco desarrollo nacional condenando a la pobreza y hambre a los campesinos y pequeños minifundistas que tienen que sobrevivir con unidades productivas de dos hectáreas o menos.