Una ley por la vida: nuestra respuesta frente al crimen organizado
El 4 de junio de 2025, durante la sesión del Pleno N.º 927, tuve el honor de intervenir en uno de los debates más importantes de esta legislatura: la aprobación de la Ley de Solidaridad Nacional. Esta ley no nació del apuro ni de la improvisación. Es una herramienta legal, técnica y urgente que busca frenar el avance del crimen organizado y devolverle la esperanza al pueblo ecuatoriano.
Empecé mi intervención con una historia que aún me sacude: la del sargento Freddy Gómez, un miembro valiente de la Policía Nacional que en 2022 fue enviado a la Penitenciaría del Litoral. Su misión era retomar el control de un pabellón secuestrado por las mafias. Fue emboscado, recibió disparos en el rostro y el cuello, sobrevivió de milagro, pero perdió la voz, la sonrisa, y parte de su vida. Esta historia no es una excepción, es un espejo del país que enfrentamos.
Ecuador se está desangrando, y no es una metáfora. Lo vemos en las calles, en nuestras fronteras, en los rostros de quienes viven con miedo. Por eso esta ley es tan urgente. No se trata solo de reformar artículos: se trata de crear un marco legal que permita enfrentar el problema desde todos los frentes —penal, económico, tributario— y con valentía.
En esta ley trabajamos desde la Comisión de Desarrollo Económico con el Ejecutivo, con expertos, con académicos, con fuerzas del orden. Incorporamos ideas de todas las bancadas y escuchamos a quienes viven el terror del crimen día a día. Entre los avances más importantes está la creación del delito de pertenencia a economías criminales, lo que permitirá incautar con mayor rapidez bienes ligados al narcotráfico, la extorsión o la minería ilegal.
También promovimos incentivos económicos y tributarios para quienes aporten a la reconstrucción del país. Porque esto no se trata de lanzar culpas, sino de que todos arrimemos el hombro y trabajemos juntos.
Inspirados por los aprendizajes de países como México y El Salvador, adoptamos una visión integral: no solo perseguir al sicario, sino cortar el financiamiento que sostiene a estas estructuras criminales. Este es un paso firme. No el único, pero uno decisivo.
Votar a favor de esta ley no fue un acto político, fue un acto de responsabilidad histórica. Lo hicimos por quienes han caído, por quienes nos siguen defendiendo, y por los millones de ecuatorianos que con su voto dijeron: queremos paz, queremos un mejor futuro.
Como joven asambleísta, estoy convencido de que la transformación del país es posible. No podemos dejar que el miedo nos paralice. Este es el momento de actuar, con firmeza, con unidad y con el compromiso de proteger lo más sagrado que tenemos: la vida.
— Alejandro Lara
Asambleísta por Tungurahua
Soy Alejandro Lara Pérez, asambleísta por Tungurahua para el periodo 2025-2029. Nací y crecí en Huachi Grande, una parroquia rural de Ambato donde aprendí, desde pequeño, el valor del esfuerzo y del trabajo honesto. Mi vida ha estado marcada por la constancia, el sacrificio y, sobre todo, por el profundo compromiso con mi tierra y su gente.
A los 16 años ya ayudaba a mi madre en nuestro restaurante familiar, y durante la pandemia, me convertí en repartidor para sostener a mi familia. Como muchos ecuatorianos, migré a Estados Unidos buscando nuevas oportunidades, pero el amor por mi país fue más fuerte. Regresé con la convicción de que aquí también se puede construir un futuro digno, sin tener que dejar atrás nuestras raíces.
Me formé como Ingeniero Civil en la Universidad Técnica de Ambato, y he trabajado en proyectos de agua potable, saneamiento y estructuras, tanto en el sector público como en el privado. Conozco de cerca las necesidades de nuestras comunidades rurales, y por eso decidí dar un paso más: servir desde la Asamblea Nacional.
No soy un político tradicional. Vengo del barrio, del trabajo diario, de la calle, y represento a una nueva generación que quiere hacer política de forma distinta: con propósito, con cercanía, con ética. Estoy aquí para alzar la voz por los jóvenes, los migrantes, los agricultores y cada tungurahuense que merece ser escuchado.
Creo firmemente que la política debe servir a la gente, no a intereses personales. Me inspira el campo, la gente que se esfuerza cada día, y la esperanza de un Ecuador más justo, donde nadie tenga que marcharse para salir adelante.
Mi compromiso es claro: construir desde la raíz, legislar con propósito y devolverle la confianza a la ciudadanía.