En la Asamblea Nacional rendimos homenaje a una de las voces más entrañables de la música ecuatoriana: Luis Eduardo Miño Naranjo, quien junto a su hermano Danilo formó el icónico dúo Hermanos Miño Naranjo. Su trayectoria no solo marcó una época, sino que dejó una huella imborrable en la identidad cultural del país. Con más de 100 producciones discográficas, su legado es sinónimo de dignidad musical y memoria colectiva.
Desde su debut en 1958 hasta su última presentación, Miño Naranjo mantuvo una entrega artística impecable. Su voz, su entonación y su emoción genuina fueron puente entre generaciones. Por eso, como parte del reconocimiento póstumo, propusimos y logramos la aprobación unánime de una resolución legislativa que presenté que dispone:
Más allá del acto simbólico, hacemos un llamado urgente a transformar este homenaje en política pública: que ningún artista en el Ecuador envejezca sin seguridad social ni reconocimiento digno. Porque hay melodías que no mueren y versos que siguen latiendo en el corazón del pueblo. Luis Eduardo no se ha ido: mientras suene una tonada, él seguirá cantando.