Tuve el honor de acompañar la graduación del programa de Agricultura Familiar Campesina en la comuna de Guaynalín San Pedro, parroquia Mulliquindil, cantón Salcedo, un evento que estuvo lleno de orgullo, aprendizaje y mucha emoción.
Este proceso formativo tuvo como protagonistas a adultos mayores, hombres y mujeres que han dedicado su vida al trabajo del campo y que hoy demuestran que nunca es tarde para aprender, fortalecerse y seguir creciendo. Su experiencia, sabiduría y constancia son un ejemplo para toda la comunidad.
La Agricultura Familiar Campesina no solo garantiza alimentos para nuestras familias, también protege nuestras tradiciones, nuestra tierra y nuestra identidad. Por eso, ver a nuestros adultos mayores culminar esta etapa de formación es reconocer su esfuerzo, su compromiso y su amor por el campo.
Este acto de graduación representa más que un certificado: es el reconocimiento a años de trabajo silencioso, a manos que han sembrado futuro y a personas que siguen aportando al desarrollo de sus comunidades.
Felicito a cada graduado y graduada de Guaynalín San Pedro. Su dedicación nos recuerda que el verdadero progreso se construye valorando a quienes nunca dejaron de trabajar por su tierra y su gente.