“Un empresario estadounidense registró en su país el proceso de la elaboración de la guayusa para vender este producto en envases embotellados. Está haciendo una producción para ganar recursos, pero está afectando los derechos y conocimientos ancestrales de nuestras comunidades”. Con este ejemplo el representante de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (SENESCYT), Emilio Uscátegui, explicó la importancia de proteger los conocimientos ancestrales, a través del proyecto de Código Ingenios.
Lo hizo durante la consulta prelegislativa que realizó hoy la Comisión de Educación de la Asamblea a organizaciones de Sucumbíos, en Lago Agrio. A estos colectivos se les preguntó sus criterios sobre tres temas sustantivos que pueden afectar sus derechos colectivos y que se encuentran inmersos en 13 artículos del cuerpo legal, cuyo eje esencial son los conocimientos ancestrales.
En esta audiencia participaron los legisladores Armando Aguilar, Gastón Gagliardo y Ludiz Landánzuri, quienes estuvieron acompañados por representantes de la SENESCYT y del Consejo Nacional Electoral. Asistieron representantes de varias organizaciones, entre ellas de los pueblos y nacionalidades Siona, Secoya y Kichwa. El asambleísta Aguilar dio la bienvenida y contó que después de este proceso se realizará una mesa de diálogo nacional para continuar recogiendo observaciones, mientras que Gagliardo destacó que la Asamblea construye leyes junto al pueblo.
“No pueden adueñarse de lo nuestro, nos están perjudicando, si nosotros mismos haríamos un buen uso de nuestros conocimientos ancestrales estaríamos creciendo más como país”, sostuvo Brayan Campoverde, de la Unidad Educativa del Milenio Camilo Gallegos. “Se están llevando recursos de nuestro ecosistema, los conocimientos y nuestras ganancias económicas”, agregó su compañera, Jennifer Lalangui.
El representante de la SENESCYT, que, según la metodología de trabajo, es el encargado de exponer sobre los tres temas sustantivos, dijo que los mismos se enmarcan en algunos ejes. Uno de ellos es sobre la protección de las prácticas de medicina tradicional y el otro sobre la biodiversidad y manejo forestal. Cada comunidad o pueblo tiene diferentes formas de cuidar la naturaleza y de relacionarse con ella, explicó Uscátegui.
Contó que en esas temáticas también se encuentran las prácticas de agricultura y manejo forestal, por las diversas maneras que tienen los grupos humanos de sembrar y cosechar, respetando su entorno. La clasificación y almacenamiento de semillas es otro de los puntos que destacó como parte de los artículos que forman parte de los derechos colectivos. “En un país tan diverso tenemos muchas especies de plantas, nuestras comunidades milenariamente han tenido formas para producir y cuidar las semillas y con eso han evitado que muchas de ellas se pierdan”, sostuvo.
Así mismo, se refirió a los sitios de prácticas rituales, que están enfocados hacia la naturaleza y algunos elementos de ellas son, incluso, considerados sagrados. “La idea es proteger las prácticas culturales propias de nuestros pueblos”, afirmó. La protección de las artesanías, vestimenta tradicional, fueron los otros temas que expuso el funcionario. Los ponchos que se producen en la sierra ecuatoriana han comenzando a hacer en China, “como país estamos perdiendo nuestro patrimonio, cultura y dinero”, enfatizó.
Para ilustrar lo que está sucediendo con nuestros conocimientos ancestrales y que es necesaria una ley que los regule, Uscátegui expuso dos ejemplos más. Contó que en la década de los 90 una universidad de Estados Unidos se llevó una especie de sapo cuyo hábitat está en la Amazonía y algunas partes de la sierra, para estudiarlo y se comprobó que la producción de la encima epibatidina de este animal es un potente analgésico y se lo patentó. Este conocimiento ya lo poseían y desarrollaban nuestras comunidades, manifestó. Sostuvo, además, que en la misma época dos institutos de esta misma nación se llevaron dos mil especies de plantas y animales y desarrollaron otro tipo de medicamentos.
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