Experiencias de violencia de género y propuestas para salir de ese agujero es lo que expresaron varias lideresas comunitarias ecuatorianas, durante la segunda jornada del encuentro “Diversificando el poder político para construir sociedades inclusivas”. El evento, organizado por el Grupo de Mujeres Parlamentarias de ParlAmericas, se desarrolla en la Asamblea Nacional. Hablaron de empoderamiento, organización, representación, trabajo y otros derechos.
“He venido participando en organizaciones desde los 14 años, pero casi siempre a las mujeres se nos delega la función de secretaria o tesorera, pero somos capaces de asumir otros liderazgos. La presidenta de la Asamblea, Gabriela Rivadeneira, nos ha demostrado que sí se puede cumplir un buen papel”, comentó Mercedes Guamán, dirigente indígena de la provincia de Bolívar. Pidió, además, que se regule el acoso político y que se otorgue más espacios de poder a la mujer indígena.
“Qué se redistribuyan nuestras oportunidades”, dijo Andrea Mosquera, una joven, representante de las mujeres afrodescendientes de Tungurahua; “tenemos que apropiarnos de nuestros derechos para que en la práctica se pueda cumplir el Sumak Kawsay, el camino ya está abierto con la Constitución, añadió Ana María Guacho, cofundadora de la Ecuarunari; mientras Sumac Sara Tisalema, de Santa Rosa de Tungurahua, advirtió que para romper las barreras de la desigualdad los jóvenes se están preparando para no solo dirigir sus comunidades, sino las parroquias, provincias y país. “Estamos cambiando nuestras mentalidades para poder desarrollarnos”, sustentó.
Las mujeres lideresas también se refirieron a los avances que ha tenido el Ecuador, no solo en la representación popular femenina, sino también en varios espacios de poder. Demostraron como algo más visible la participación del 42% de mujeres en la Asamblea y la dirección en tres de ellas. Así mismo, recordaron las leyes que se han impulsado en esta función del Estado para ampliar los derechos. Sin embargo, creyeron que todos los avances son producto de las luchas sociales y de las organizaciones.
Susana Valarezo, directora de una fundación que trabaja en temas de género, recapituló algunas leyes aprobadas en la Legislatura para sancionar la violencia contra la mujer, a través del Código Orgánico Integral Penal. En tanto, Liliana Durán, coordinadora del Foro Permanente para las Mujeres, hizo referencia a la Ley de Justicia Laboral, que reconoce el trabajo de las amas de casa, con la afiliación para la jubilación y el despido ineficaz para las mujeres embarazadas, entre otros beneficios legales.
Pero, justamente, las dos dirigentes creyeron que las normas sancionadas no son suficientes, porque hay temas en los que aún hay que seguir luchando, aun cuando sean difíciles porque se han vuelto culturales. Uno de ellos tiene que ver con la violencia, sobre todo, física y psicológica. “En temas de equidad no solo debemos capacitar a la mujer, sino también a los hombres, porque ellos son quienes violentan”, pensó Rosa Arteaga, de otra fundación que trabaja en temas de género en Manabí. “Si nadie se ocupa por los agresores no vamos a avanzar. El tema de la violencia no solo es legal, sino cultural, por eso tiene que ser atendido en diferentes aristas”, coincidió Susana Valarezo.
En tanto, que Patricia Chamorro, una dirigente indígena de Cayambe-Pichincha, pidió trabajar en el tema de violencia económica en el campo, a través de micro proyectos. “Las mujeres no tienen el dinero, la mayoría tienen que pedir hasta para el pasaje. Hay leyes pero para el sector urbano, en donde además tienen el apoyo de la tecnología para informarse y reaccionar, pero en las comunidades las mujeres no tienen el tiempo para ver televisión, mucho menos para ver un periódico. En esos lugares hay que trabajar, generando microempresa”, dijo
En todo caso, estas mujeres defensoras de sus derechos, se comprometieron a seguir trabajando para alcanzar otros logros, en favor de este sector, tradicionalmente marginado a través de diferentes prácticas diarias y culturales.
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