El pasado domingo 30 de octubre, la vida del asambleísta Fausto Cayambe se apagó en un instante; su corazón se detuvo, dejó de latir. El impacto fue inmediato, solo minutos después de ocurrido el suceso, la noticia le dio la vuelta al país. Era un asambleísta querido, pues trabajó de cerca con las organizaciones sociales, los trabajadores y es que según su familia, para eso se preparó, para servir a los demás y ellos, a quienes sirvió, lo acompañaron hasta su última morada.
Hoy en la mañana, en la Asamblea Nacional, la casa de Fausto Cayambe en los últimos tres años y medio, se vivió una jornada diferente. No hubo debate, nadie habló de leyes. Se contaron anécdotas, se revivieron momentos. “La mejor manera de homenajear a una persona es cumpliendo sus sueños y Fausto creyó en esta Revolución, en ese sueño posible de una Patria justa, equitativa y soberana y lo vamos a cumplir”, dijo el Presidente de la República, Rafael Correa, cuando relataba los momentos vividos junto a quien fue su amigo. “Los que mueren por la vida nunca mueren y Fausto tenía claro ese concepto”, aseguró el Presidente.
Gabriela Rivadeneira, Titular del Parlamento, hizo una semblanza de Fausto Cayambe y habló de sus inicios. “Él hizo de la gente de los barrios del sur de Quito su inspiración, esos lugares en donde la indiferencia y la discriminación eran más fuertes. Ayer, una mujer junto al féretro de Fausto le increpaba el por qué se iba sin haber terminado su labor y ahí es cuando caí en cuenta que el dolor, cuando es tan profundo, puede convertirse en rabia”, dijo Gabriela Rivadeneira, para quien las tareas que dejó pendientes su compañero de bancada, deben concluir.
El adiós de un amigo
La Secretaria Nacional de Gestión de la Política, Paola Pabón, fue la primera en intervenir. Eran las 09:30 cuando el salón Nela Martínez enmudeció, ese profundo silencio terminó con el sonido del micrófono. “Son 20 años de amistad, 20 años en los cuales las anécdotas son incontables, desde las aulas universitarias, cuando Fausto con ese respeto hacia los demás se ganó el cariño de quienes fuimos sus compañeros”. Paola Pabón era su amiga entrañable, amiga de lucha, compañera de la vida, como dice ella. “Para mí resumía el concepto de transparencia y valentía. Los jóvenes tienen un referente en Fausto Cayambe. Hasta siempre amigo”, concluyó, mientras llamaba a Fausto Cayambe, simulando tomar lista de asistencia, ella respondió “presente” por él.
Desde temprano, estudiantes del colegio Mejía, donde cursó la secundaria Fausto Cayambe, esperaban en las afueras de la capilla ardiente. Querían despedir a uno de los suyos. Se colocaron en las barras altas, vestidos de parada y al finalizar el homenaje, se colocaron a la salida y con la canción Soy del Mejía Guambrita, le dijeron hasta luego, mientras en el interior del Plenario sonaba la canción El Chinchinal, una de sus favoritas. “La ausencia de Fausto se sentirá profundamente, en cada rincón donde hizo patria y sembró justicia. En la Comisión de los Trabajadores su vacío será notorio”, dijo la asambleísta Marllely Vásconez, para quien se fue su "compañero de las mil batallas".
MC/pv