Eloy Alfaro es la antorcha que ilumina permanente nuestra revolución ciudadana: Fernando Cordero

Jueves, 28 de enero del 2010 - 20:06 Imprimir Elaborado por: Sala de prensa

Para mí, para mi generación, para quienes estamos empeñados en la construcción colectiva de un nuevo país, Eloy Alfaro es la antorcha que ilumina permanente nuestra revolución ciudadana, liderada por el compañero Rafael Correa. De esa luz sale siempre toda la energía para caminar, sin agotarnos; enfrentar a los poderes fácticos, sin amilanarnos; seguir sembrando esperanzas, seguir soñando y avanzando en la recuperación de la patria”, dijo el presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Cordero Cueva, en la sesión solemne por los 98 años de la muerte del “Viejo Luchador”, efectuada en Ciudad Alfaro, Montecristi.

Subrayó que “bastaría con revisar la trayectoria de este ilustre ecuatoriano para sustentar las razones que tenemos para seguir luchando, sin horario ni calendario, en este proceso histórico de cambio radical y profundo, tras recordar que Alfaro se movilizó durante 30 años con sus montoneros, desde 1864 hasta 1895, con el propósito de instaurar una república moderna, bajo el amparo de principios liberales; llegó al gobierno, siguió su lucha y su pelea, porque ustedes y nosotros sabemos que cuando triunfa una revolución nada termina, todo comienza. Por ello es que podemos afirmar que en las luchas por el cambio no hay posibilidad alguna de cansarnos, peor rendirnos”.

Aseguró que la grandeza de Alfaro no solo se puede entender a través de un listado de obras físicas, sino por el impacto que produjeron todas sus acciones políticas en las caducas estructuras heredadas de la Colonia, pues el Estado liberal instauró la idea de igualdad jurídica de género y raza; inauguró la educación laica y puso las bases para la construcción de un mercado nacional interconectado; sin esas acciones políticas, el Ecuador del siglo XX no hubiera sobrevivido.

El Titular de la Legislatura, al comparar todo lo hecho por Alfaro, sostuvo que la revolución ciudadana –continuadora de la revolución alfarista- va a buen ritmo, quizás incluso más veloz. “Hicimos, aquí mismo, en la tierra de Alfaro, una nueva Constitución para garantizar los derechos individuales y colectivos; nos proclamamos con orgullo una sociedad intercultural y plurinacional, afirmamos, por primera vez, constitucionalmente, al Estado Laico. Con ese texto garantizamos, además, una administración estatal descentralizada, a través de gobiernos subnacionales autónomos, en un nuevo régimen de desarrollo que le reconoce derechos a la naturaleza y crea las condiciones para que la planificación, el Estado y la ciudadanía, seamos capaces de recuperar la soberanía, la dignidad y nuestros recursos estratégicos, entregados por la partidocracia al mercado y así crear una economía solidaria que nos permita avanzar a todos hacia el sumak kawsay, para que todas y todos podamos vivir con plenitud”.

Dijo que la revolución ciudadana está marcando a la patria con nuevas y modernas carreteras, hospitales, aeropuertos, modernos planteles educativos públicos, con toda la tecnología de última generación para convertirse en verdaderas Escuelas de este nuevo milenio. Así como a Alfaro le atormentaba la deuda eterna, la deuda gordiana, a nuestra revolución le atormentaba la deuda externa ilegal e ilegitima y, por ello, con acciones soberanas y creatividad técnica revolucionaria nos estamos ahorrando un millón de dólares diariamente, al haber reducido inteligentemente dicha deuda a menos de su tercera parte, recomprándola en un tercio de su valor nominal.

Cordero Cueva enfatizó que estas realidades no todos las ven, porque como dice la sabiduría popular “no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír”; buena parte de esos ciegos y sordos están camuflados en algunos medios de comunicación y, sobre todo, en una escuálida oposición que, consciente de su debilidad, solo apuesta a una posible destrucción de este proceso, pues no soportan que el éxito de esta revolución tenga como espejo y alimento el espíritu alfarista y que con ello podamos asegurar un largo futuro para nuestro proyecto político. Lo malo en estos mismos momentos es que nuestros aliados históricos, los movimientos de izquierda y algunas organizaciones sociales, se confunden al no mirar objetivamente cuánto hemos avanzado en tan poco tiempo, subrayó.

Nosotros todos, por coherencia con nuestros principios político-ideológicos deberíamos unirnos sin prejuicios y con un enorme compromiso en este momento histórico de cambio radical”. Nuestra unidad deberá ser similar a la unidad alfarista, unidos en la diversidad para conseguir esos grandes cambios que nos lleven a ese nuevo país de nuestros sueños compartidos, que nos permitan dejar el pasado atrás, que nos permitan repetir con fuerza “Todo para la Patria, nada para nosotros”, concluyó.

EG/pv

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