En la última parte de su discurso de posesión, el presidente de la República, Rafael Correa, al dar la bienvenida la oposición democrática, dijo que le llena de esperanza las declaraciones de la segunda fuerza política del país en el sentido de inaugurar la oposición, sin obstruccionismo, insultos y abierta conspiración.
Nuestra disposición de dialogar con todos y todas por el país. Lleguemos a consensos mínimos, por la lucha política no socavemos los propios cimientos de la nación: no más paros, no más ilegales medidas de hecho, no más violencia. Con el gobierno de la Revolución Ciudadana, por el diálogo todo, por la fuerza… ¡nada!, insistió.
Añadió: No estamos para posiciones pusilánimes, que esconden cobardías, vanidades, el qué dirán. El buscar pasar como insignes demócratas, pretendiendo contentar a todos, y, en consecuencia, terminando en la inacción. Debemos jugarnos hasta la vida para avanzar lo más rápidamente posible, con prisa, sin pausa.
Oigamos las voces de nuestro pueblo, las voces de la historia, y no la de los mismos de siempre, por medios de comunicación y ecos que tengan, subrayó.
No podemos fallar, compañeros asambleístas. Los poderes fácticos lucharán por dividirnos. Tenemos que ser muy precisos, contundentes, eficaces. No hay tiempo que perder.
Compañeros asambleístas: quien no hace un compromiso con lo substancial, hace necesariamente un compromiso con lo insubstancial. A ser más eficientes y eficaces que nunca, sin desgastarnos en discusiones que de ninguna manera son prioritarias.
Sepamos asumir al verdadero adversario: el neocolonialismo, los abusos del capital internacional, cuyas tenazas se evidencian de manera brutal.
El mayor favor que podemos hacer a los adversarios de la revolución, es centrarnos en lo poco que nos divide, y no en los grandes objetivos nacionales, concluyó.
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