14-11-2017 El movimiento cinco–agostino esmeraldeño, según afirma la historiografía ecuatoriana, estuvo ligado a los procesos revolucionarios de las 2 juntas quiteñas (1809 y 1810). Antes y después de éste, lo señala el esmeraldeño Bing Nevárez Mendoza, en su discurso de incorporación como Miembro Correspondiente a la Academia Nacional de Historia del Ecuador, nuestra geografía sirvió como corredor a través del cual se conseguían y trasladaban armas y pertrechos para la causa independentista. Así lo confirma el pedido realizado por Juan Pío Montúfar, el 14 de septiembre de 1809, cuando solicitaba traerlos al capitán de cualquier buque inglés: “sírvase ud traernos a cualquiera de los puertos de Atacames o Tola”, hecho que se ratifica con el oficio enviado el 31 de agosto de ese mismo año por el gobernador de Guayaquil, Bartolomé Cucalón, al virrey de Nueva Granada, Antonio Amar y Borbón, a quien le dice que: “por ahora no se puede contar con los puertos que van de aquí a La Tola porque los rebeldes están sembrando su semilla en la población”. Nuestra geografía servía también como escondite seguro desde el cual se reiniciaban acciones por parte de los fugitivos de las juntas quiteñas, tanto porque eran territorios de difícil acceso, especialmente para las tropas realistas, cuanto porque se encontraban cerca de los sitios donde se hallaban las tropas de Bolívar. Pero, esta región no fue solo importante por su geografía; sino, y sobre todo, por la actitud de sus moradores afrodescendientes, mulatos, zambos e indios que, según documentos históricos existentes, lo señala el doctor Juan Francisco Morales, desde antes de 1809 hasta 1822 se mantuvieron activos en su lucha por la LIBERTAD.
Asambleísta por la provincia de Esmeraldas | Integrante de las Comisiones Del Desarrollo Económico, Productivo y la Microempresa y de la Comisión de Fiscalización y Control Político | Visita mi perfil
