La Ley de Emprendimiento es una iniciativa fundamental para el desarrollo de nuestra gente, y va en consonancia con la visión que hemos impulsado en los últimos años: la de la equidad e igualdad de oportunidades para todas y todos! Hablamos de emprendimientos, y, de por sí, cada uno de ustedes, amigas y amigos, son emprendedores. Yo identifico al emprendedor como aquel ecuatoriano o ecuatoriana que busca mejorar sus condiciones de vida y aportar al progreso de su familia y del país, generando riqueza desde cualquier tipo de iniciativa. La humilde señora de la tienda de la esquina; el señor que vende hamburguesas en su carrito cada noche; o aquel comerciante que se las ingenia para vender ropa en la calle, son ejemplos simples de emprendimientos que forman parte de nuestra cotidianidad. A ellos debe ir dirigida una Ley de Emprendimiento que nacerá justamente aquí, y que, estoy segura, contará con miles de aportes para enriquecerla y, con seguridad, aprobarla en el seno de nuestro parlamento. Ustedes, emprendedores de mi provincia, son aquellos que luchan día tras día para generar nuevas y mejores formas de empleo… ¡trabajo digno! Ese trabajo que dignifica el alma y el espíritu, y que beneficia a cientos de miles de familias de nuestro país. Por ustedes estamos aquí presentes para construir una propuesta de Ley que sea el resultado de la discusión, deliberación y el consenso ciudadano, con la participación activa de todos los actores involucrados dentro de la cadena productiva: emprendedores, académicos, empresarios, industriales, pero sobretodo, aquellos ecuatorianos y ecuatorianas que aún sin haber arrancado con su negocio propio, tienen en mente “emprender en alguna actividad económica”. Ese sueño les pertenece y nosotros como legisladores nos comprometemos a trabajar para que así sea. Pero para lograr ese objetivo, necesitamos el respaldo firme de los medianos y pequeños empresarios, de los actores de la economía popular y solidaria, y de las instituciones estatales, para en conjunto consolidar una base social y económica productiva que fomente mejores condiciones de vida para nuestro pueblo, a través de una mejor redistribución y creación de la riqueza. Queremos impulsar un Ecuador de oportunidades! No es justo que quienes arriesgan su capital de trabajo, poniendo en juego sus pequeñas y medianas inversiones, que en muchas ocasiones constituyen los ahorros de toda una vida o un crédito adquirido con inmenso sacrificio, se expongan al fracaso de una tramitología absurda, obesa y tediosa cuando se acercan a las instituciones estatales. Es indispensable agilitar los procesos administrativos, eliminando trámites innecesarios, facilitando el uso de herramientas tecnológicas para que la creación de un emprendimiento no se quede en un sueño, sino que se convierta en una realidad. Ustedes con su dinero, cuando emprenden un negocio, una tienda, una pequeña manufactura o un comercio, intentan llevar el pan diario a la mesa de sus hogares, entregar una educación digna para sus hijos, garantizarles medicinas y salud de calidad, alimentación y vestimenta apropiada. Estos propósitos solo son posibles si logramos tejer y articular una legislación amigable, sencilla, pero efectiva, eficaz y eficiente para los intereses de la gente. Aplaudo este loable esfuerzo para mejorar los ingresos y salarios de los sectores excluidos de nuestra sociedad. El Estado, y nuestra función legislativa, deben priorizar el bien común. ¡Necesitamos disminuir las inequidades y eso solo se logra si somos capaces de consolidar una sociedad de productores, e impulsar una sociedad de propietarios! Lograr la independencia económica con más unidades productivas en cada una de las familias ecuatorianas es una tarea ineludible y estamos dispuestos a luchar día tras día para lograrlo. Por qué no pensar, a la par de la simplicación de la tramitología, en incentivos para nuestros emprendedores? Iniciemos un diálogo serio para, por ejemplo, crear mejores condiciones tributarias para nuevos emprendimientos, o facilitar el acceso al crédito de la banca pública a los jóvenes, que hoy no tienen oportunidades por carecer de historial crediticio en la banca privada. Aquí debe jugar también un papel fundamental la academia. Nuestros jóvenes, aquellos que salen de las universidades con un título que se lo ganaron con sudor y dedicación, deben contar con herramientas para que puedan ejecutar todas sus potencialidades y capacidades, y dejar fluir su creatividad e innovación tecnológica. Este rol, sin embargo, no debe ni puede ser exclusivo del gobierno central, sino también de los gobiernos locales. Las municipalidades deben estar abiertas a, por ejemplo, discutir la exoneración del pago de tasas o contribuciones para aquellos que se deciden por invertir sus recursos en los cantones y capitales del Ecuador. El emprendimiento es uno de los sectores con mayor crecimiento y encadenamiento con la industria nacional, tanto por la capacidad de emprendimiento del ecuatoriano como por la gran concentración de la sociedad en la población económicamente activa del país. Las cifras nos muestran que el Ecuador ha alcanzado una tasa de emprendimiento del 31,8% en el 2016. Somos un país que aún se encuentra en una etapa de desarrollo media, altamente dependiente de la explotación de recursos naturales no renovables pero con grandes potencialidades de desarrollo dada su riqueza natural y mega diversidad. De la mano de los emprendedores, debemos transformar la matriz productiva para depender menos de recursos naturales no renovables y más de productos con valor agregado y alto contenido en conocimiento. ¡Más emprendedores ecuatorianos para el mundo y para la creación de empresas innovadoras y competitivas! Esa es la apuesta de este nuevo momento político. Con diálogo, busquemos puntos de coincidencia y logremos una ley de emprendimiento que sirva para sacar adelante a nuestro país.
Asambleísta por la provincia de Los Ríos | Vicepresidenta de la Comisión de Justicia y Estructura del Estado | Independiente Visita mi Perfil
