Cada 22 de noviembre se celebra el día internacional de la música. Esta fecha sirve para recordar no solo a quienes han hecho de las melodías su forma de vida, también sirve para recordar la importancia de esta acción humana en el arte y la cultura.
En este día se conmemora el fallecimiento de Cecilia de Roma, un personaje casi legendario de la nobleza romana, quien era retratada tocando el arpa, un laúd o un órgano por pintores del siglo XV. Ella es considerada como patrona de los músicos en el cristianismo.
La celebración de esta fecha se remonta a 1695 en Edimburgo. Posteriormente se trasladó a Europa continental, específicamente a Alemania, España y Francia. La tradición empieza en América Latina a inicios del siglo XX en Brasil y Argentina.
En esta fecha, se realiza el torneo de compositores en la región francesa de Normandía o un concierto de varios mariachis en la plaza Garibaldi en la Ciudad de México.
También se han desarrollado varios conciertos simultáneos en distintos lugares del mundo para celebrar esta festividad.
La música, no solo es una forma de expresión de la cultura. Es una manifestación artística que sirve para comunicar desde los sentimientos de quien compone una canción, hasta la protesta por la falta de acción de las instituciones del Estado.
Como decía el dramaturgo francés Víctor Hugo: “La música expresa lo que no puede ser dicho y aquello sobre lo que es imposible permanecer en silencio”.
También tiene el poder de elevar el alma, desahogar un espíritu abatido, volver en el tiempo y recordar momentos de plenitud. Pueden existir diferencias respecto al género musical preferido, pero a todos los seres humanos nos gusta la música.
Es importante incentivar su práctica principalmente en nuestros niños, niñas y adolescentes, ya que esta permite el desarrollo de la motricidad, incentiva las capacidades cognitivas del individuo y el crecimiento de sus habilidades blandas.
La música es una de las creaciones más bellas del ser humano y es parte del patrimonio cultural de las sociedades. Por ejemplo, no podríamos entender a Argentina sin el Tango, a Estados Unidos sin el Blues, a Kenia sin el Bengá, ni a Japón sin su Minyó.
La multiculturalidad de nuestro país es una oportunidad para mostrarle al mundo la amplia variedad musical de nuestro entorno. Benjamín Carrión soñaba con transformar al Ecuador en una potencial cultural. Y la música, puede ayudar a conseguirlo.
