Este mes de mayo es particularmente especial. Recordaremos los 200 años de nuestra independencia de la colonia española. Un acontecimiento determinante para entender nuestra historia, cultura e identidad nacional.
Dos siglos más tarde, la construcción del Estado – Nación ecuatoriano ha sido marcada por altos y bajos, por momentos de concordia y de violencia, por momentos de bonanza y crisis. Después de dos siglos, este proceso no ha concluido.
Por ejemplo, nuestros límites territoriales terminaron por definirse recién en el 2016 con la firma del Convenio sobre Delimitación Marítima entre Ecuador, Colombia y Costa Rica.
En lo que respecta a la legitimidad del Estado ecuatoriano, aún existen posiciones antagónicas en ciertos sectores, tal como lo evidenciamos en octubre de 2019 con la supuesta imposición de un “Estado de Excepción” en algunas comunidades indígenas o la absurda insinuación de establecer un “pasaporte” para ingresar a los territorios ancestrales.
La identidad nacional no es la excepción. A lo largo de todo este tiempo, esta ha sido construida en un proceso de arriba hacia abajo, donde el Estado ha intentado desarrollar un sentimiento nacional a partir de la existencia de un “otro”, y también ha identificado a algunas figuras relevantes de la nación, tales como José Joaquín de Olmedo, Manuela Cañizares, Manuela Sáenz o Vicente Rocafuerte. En los últimos 70 años se ha incluido en este grupo a algunas figuras indígenas, tales como Rumiñahui, Fernando Daquilema o Tránsito Amaguaña.
Por otro lado, ciertos líderes de opinión se han manifestado a favor de un estado federal, principalmente en contextos de crisis. Esta discusión creíamos superada en la segunda mitad del siglo 19, pero aun se mantiene en el imaginario de ciertos individuos o colectivos, afectando la consolidación del Estado – Nación.
Las celebraciones de estos 200 años de emancipación deben invitarnos a revisar lo que hemos superado y reflexionar sobre lo que nos falta por hacer. Hemos construido con esfuerzo y muchísimo sacrificio a nuestro Estado – Nación, y cada día debemos trabajar por fortalecer su institucionalidad democrática. Este es uno de nuestros principales retos, que tomará tiempo y cuya atención es una tarea importante y pendiente.
Que los sueños y anhelos de quienes un día lucharon por nuestra libertad sean el faro que guíe nuestra labor hasta conseguir el país que todos queremos.
