El martes 17 de septiembre la Asamblea dio la espalda a las mujeres ecuatorianas. No es la primera vez… en el 2013 sucedió lo mismo. Parecía que 6 años de debate, reflexión, vivencias y lucha, harían que la Asamblea actúe distinto: que decida protegerlas, que garantice sus derechos. Todos estos años se ha discutido sobre la importancia de despenalizar el aborto en casos de violación (que por cierto ya se encuentra despenalizado en dos causales). Hubo cifras y argumentos, hubo testimonios y lágrimas, pero no fueron suficientes. El martes 17 de septiembre, el miedo y el cálculo político pudieron más que la empatía y la justicia. Ese día - parafraseando lo que escribió Roberto Aguilar en su nota en el diario Expreso - la Asamblea Nacional decidió “obligar a parir a las mujeres violadas”.
Qué impotencia e indignación saber que, aunque hubo 65 votos responsables y conscientes a favor de la despenalización (y solo 59 en contra), faltaron 5 votos para que sea un hecho. 5 votos que hicieron la diferencia entre brindarle a una mujer violada el derecho a decidir, o seguir criminalizándola. Entre dar un paso hacia adelante en términos de derechos humanos, o invisibilizar a más de la mitad de la población… De todos modos, yo me pregunto, ¿Qué tanto pesan 5 votos o 59 votos, si en la calle ya es ley? Todas las personas tenemos el derecho a decidir, ¿No debería, con más razón, garantizarse ese derecho a una mujer que ha sido violentada?
Muchas veces es “fácil” ver la realidad desde la otra acera… mirarla por un segundo y seguir caminando. Es “fácil” taparse los ojos para no ver lo que viven miles de mujeres en nuestro país (Al día, en promedio, 17 mujeres denuncian haber sido violadas; 5.5 niñas menores de 14 años dan a luz). Puede ser “fácil”, pero no es lo responsable; y un Asambleísta debe ser, entre otras cosas, responsable. Lamentablemente, quienes votaron en contra, utilizaron muchos argumentos imprecisos mientras caminaban por la acera, regresaban a ver a esas mujeres por segundos y decidían continuar. El argumento “provida” les impidió cruzar y comprender la realidad, y descubrir que las mujeres violadas que deciden abortar, no están en contra de la vida o son “asesinas”. Son mujeres que no consintieron tener una relación sexual y peor quedar embarazadas. Son víctimas y son revictimizadas varias veces. Son mujeres en su mayoría de escasos recursos… Muchas son niñas… Son mujeres que tras haber sido vulneradas quieren decidir sobre sus cuerpos y sus vidas. Son mujeres que seguramente tienen sueños y metas por cumplir, son mujeres, son ciudadanas y por lo tanto tienen derechos.
Y es que despenalizar el aborto no significa “obligarlas a abortar”, todo lo contrario, significa darles la opción, permitirles decidir. Habrá mujeres que quieran seguir con el embarazo, habrá otras que decidan dar en adopción ese hijo; otras decidirán interrumpir el embarazo. Esa decisión debe ser libre y voluntaria. Lamentablemente con la decisión de la “mayoría” de asambleístas, la mujer que decida lo último será sancionada con cárcel. Sí con cárcel. (En los últimos 4 años, 320 mujeres han sido judicializadas por abortar…)
Parecería que muchos asambleístas (los 59 que votaron en contra y los 6 que se abstuvieron) no reflexionaron que la votación del martes no hará que las mujeres dejen de abortar, pues la mujer que quiere hacerlo, lo hará, pero en sitios inseguros, clandestinos, arriesgándose a morir. Parecería que no comprenden que quienes deben decidir son las mujeres (las que ya han sido víctimas de una violación y las que no también, porque todas las mujeres son vulnerables y pueden ser violentadas en cualquier momento). Lo que no se da cuenta la Asamblea es que las mujeres en la calle ya decidieron…. ¿Habrá que esperar otros 6 años para poder garantizarles este derecho? No, porque en la calle ya es ley.
Asambleísta por la provincia de Pichincha | Integrante de la Comisión Del Derecho a la Salud | Alianza SUMA
