“LAS MARIPOSAS”

Domingo, 25 de noviembre del 2018 - 00:00 Imprimir

Se las conoce como "Las mariposas" a las valientes dominicanas Minerva, María Teresa y Patria Mirabal, quienes fueron asesinadas por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo el 25 de noviembre de 1960. Meses antes, junto a sus esposos fueron encarceladas, torturadas y violadas, acusadas por su activa participación en el movimiento 14 de junio, opositor de la dictadura de Trujillo.  Al final, un 25 de noviembre, fueron asesinadas simulando un accidente de tránsito. Como en muchos casos, en este, los verdugos nunca cumplieron su condena.

Pero el martirio de las hermanas Mirabal no se olvidó, al contrario,  como ocurre cuando se quiere acallar la voz de quienes luchan por los derechos, ahora, en el mundo se las recuerda, una provincia, una calle, una estación, un monumento, un billete y hasta una nueva planta procesadora, llevan su nombre, además, el museo Mirabal, conserva sus ropas y sus habitaciones tal como estaban al morir.

La lucha de las hermanas Mirabal, la valentía que durante años demostraron, enfrentando a una de las más férreas dictaduras que surgieron en Latinoamérica, llegó a reconocerse con una fecha que nos permite reivindicar el esfuerzo de mujeres que buscan el reconocimiento de sus derechos. En 1981, el movimiento feminista latinoamericano y del Caribe, en Colombia,  asumió el 25 de noviembre, día del  asesinato de las hermanas Mirabal,  como el día de “Día de la no violencia contra la mujer” para reivindicar a mujeres que a pesar de la violencia, no dejaron de luchar por la libertad y los derechos de su pueblo.

Este reconocimiento a las hermanas Mirabal, también es un reconocimiento a las mujeres de todas las épocas, de todas las regiones, de todas las edades y condiciones que luchan todos los días, desde sus espacios para conseguir derechos que, aunque estén declarados por legislaciones nacionales e internacionales, no se llegan a cumplir a cabalidad. 

A lo largo de la historia, la discusión y avance de los derechos humanos está muy presente y sin negar que se ha logrado mejoría en la equiparación de estos a nivel mundial, no es lo mismo en el caso de los derechos de la mujer ya que aún están presentes en el día a día, derechos vulnerados que incluso llegan a la violencia y al femicidio.

Es lamentable que aún en el siglo XXI, si analizamos las condiciones en que viven la mayoría de mujeres en el mundo, todavía existen países en los que la mujer se encuentra supeditada al  control masculino, países en los que aún  no existe ninguna mujer con cargo gubernamental o en los que las mujeres necesitan autorización del padre, esposo, hermano o hijo para estudiar, trabajar, ir al médico, manejar o hacer deporte, que las mujeres no puedan salir sin compañía masculina y que sean sentenciadas con penas de muerte por no cumplir con leyes impuestas desde la religión.

Pero esto no es tan lejano en América Latina, en esta región,  la desigualdad y violación de los derechos de las mujeres es parte de la cotidianidad, llegando hasta el peor de los casos que es el asesinato de las mujeres por el simple hecho de serlo. Es lo que se conoce como femicidio. En Ecuador cada 84 horas fue asesinada una mujer, el 83% de los casos por sus parejas o exparejas.

Sin duda, son datos y situaciones que, en pleno siglo XXI, deberían erradicarse por completo. Pero estos, por si fueran pocos, no son los únicos problemas a los que se enfrentan las mujeres del mundo a la hora de alcanzar sus derechos.

Actualmente,  una de cada tres mujeres sufre violencia física o sexual en su vida. Unos 46 millones de personas se ven involucrados en redes de esclavitud y trata y siete de cada diez involucrados son mujeres o niñas. Una de cada tres niñas del planeta es obligada a contraer matrimonio en contra de su voluntad antes de los 18 años. Dos terceras partes de los seres humanos que no saben leer ni escribir en el mundo son mujeres. Las mujeres representan menos de una cuarta parte de presencia en los parlamentos del mundo.

No podemos negar que la comunidad internacional ha condenado la desigualdad existente pero no vemos que se apliquen medidas reales para alcanzar la igualdad y sigue siendo una prioridad un real acceso a la educación, al derecho a decidir por una misma sobre su vida y qué hacer con ella, mas oportunidades labores o el derecho a no sufrir ningún tipo de violencia, estos son los temas  fundamentales por los que se tiene que seguir trabajando, para llegar a garantizar plenamente los derechos de la mujer.

Los derechos están enunciados, pero en la práctica las oportunidades laborales siguen siendo dispares y aunque hoy en algunos países, hay más mujeres universitarias que hombres, pero esto no se ve reflejado en la dirección de las empresas, tanto públicas como privadas y es frecuente que las mujeres cobren menos que los hombres por desempeñar los mismos trabajos, aunque tengan perfiles superiores o con mejor preparación, En algunos lugares, no tienen derecho a voto ni a poseer ninguna propiedad y prevalece el que las mujeres son quienes tradicionalmente desempeñan las labores domésticas y los trabajos de cuidados no remunerados de personas dependientes.

Es importante asumir y responsabilizarse del rol de formadoras dentro de la educación de las niñas y niños, entender que desde la primera infancia se deben cambien conceptos que nos hicieron crecer pensando en que la violencia puede ser normal, que la violencia es solo física,  cuando logremos cambiar la visión y  hacerlo desde la igualdad, no solo en derechos, sino en acciones, sin poner límites a crecer, estudiar, actuar y aprender, sea niña, niño, mujer u hombre; lograremos construir una sociedad con patrones de conducta distintos, sin prejuicios donde el ser grosero, violento física, psicológica y emocionalmente contra la mujer no sea  tolerado.

La larga lucha de mujeres en todo el mundo  no se limita solamente a discutir o referirnos a la violencia contra la mujer, ahora cada vez es más urgente actuar para dejar de considerar este tipo de agresiones como algo cotidiano porque para las mujeres que sufren el maltrato, es difícil asumir en su vida, que no puede permitir que se le agreda, para quienes están en un círculo violento, este  involucra miedo, soledad, baja autoestima, una culpa y enseñanza ancestral que es necesaria romper.

Las mujeres tienen derecho a vivir sin violencia,  estos preceptos consagrados en  acuerdos internacionales como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), o de ONU Mujeres organismos que continúan trabajando para avanzar en marcos normativos internacionales que permitan conseguir la adopción y promulgación de reformas jurídicas acordes con normas y estándares internacionales, con el objetivo de  promover el fin de la violencia, aumentar la sensibilización sobre sus causas y consecuencias y fortalecer las capacidades para su prevención y respuesta.  Pero además es indispensable que  se promueva como urgente, la necesidad de cambiar normas y el comportamiento de hombres y niños, fortaleciendo la educación en todos los niveles, en los que se eduque con conceptos de inclusión,  sin discriminar y basados en el respeto hacia el otro. 

Soledad Buendía
Asambleísta por Pichincha Otros Movimientos

Integrante de la Comisión De la Biodiversidad y Recursos Naturales Visita mi Perfil

 

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